Alrededor de mil estudiantes, padres y maestros protestaron frente a la prisión de Givon cerca de Tel Aviv el 31 de octubre, para exigir la liberación de dos estudiantes filipinos nacidos en Israel y sus madres que están previstos a ser deportados.
Al día siguiente, Gena Antigo, de 13 años, su madre Berly Antigo, y Ralph Harel, de 10 años, y su madre Maureen Mariano, fueron puestos en libertad bajo fianza. La agencia de inmigración “aún quiere deportarlos, pero esta noche no dormirán tras las rejas”, declaró Niños de Israel Unidos, un grupo de mujeres filipinas organizadas para detener las deportaciones de sus hijos nacidos en Israel.
“Sin el apoyo de tantos israelíes no hubiéramos avanzado,” dijo al Militante Beth Franco, una dirigente del grupo, por teléfono desde Tel Aviv el 4 de noviembre. Franco llegó a Israel en 1999 y tiene una hija de 12 años. Su visa venció hace años. “Este es el único país que conocen nuestros hijos”, dijo. “Hablan hebreo”.
Hay unos 60 mil extranjeros en Israel que trabajan como cuidadores a domicilio, la mayoría con visas de cinco años, incluidos 30 mil de las Filipinas. Si se casan o quedan embarazadas les revocan sus visas, a menos que envíen a sus hijos al país de origen de la madre. Por lo menos 6 mil filipinos se han quedado después del vencimiento de sus visas.