Medicina con fines de lucro aumenta peligro de virus

Cuba revolucionaria muestra pauta a seguir

Por Roy Landersen
16 de marzo de 2020
Clínica en Camagüey, Cuba, a principios de marzo. A través de su sistema médico comunitario y medidas especiales establecidas tras brote de coronavirus, Cuba se ha movilizado contra la nueva enfermedad. En Cuba no dejan a nadie a su propia suerte..
ACN/Rodolfo Blanco CuéClínica en Camagüey, Cuba, a principios de marzo. A través de su sistema médico comunitario y medidas especiales establecidas tras brote de coronavirus, Cuba se ha movilizado contra la nueva enfermedad. En Cuba no dejan a nadie a su propia suerte.

El coronavirus se está propagando  más rápidamente fuera de China, donde apareció por primera vez en diciembre, que dentro de China. El confinamiento extremadamente agresivo impuesto por el gobierno chino a cientos de millones de personas frenó el avance de la enfermedad por el momento, pero para el 2 de marzo la altamente contagiosa cepa COVID-19 se había propagado a por lo menos 82 países. Los nuevos centros de la enfermedad se encuentran en Italia, Irán, Corea del Sur y Japón.

COVID-19 es una nueva cepa de virus, lo que lo hace más peligroso. Hasta ahora ningún gobierno, excepto Cuba revolucionaria, ha movilizado todos sus recursos para preparar y movilizar a su pueblo para luchar contra este.

Hasta el 4 de marzo el número de muertos alcanzó 3 221 y el número de casos confirmados por arriba de 94 mil. El desarrollo de la epidemia está agravando la crisis económica, política y social que enfrentan los gobiernos capitalistas y los trabajadores de todo el mundo. La única buena noticia es que la tasa de mortalidad de la enfermedad es, hasta ahora, relativamente baja.

Los mercados bursátiles globales se hundieron en la peor semana desde la crisis financiera de 2008. Los ministros de finanzas y representantes de los bancos centrales se apresuraron para asegurarle a los inversionistas que estaban preparando nuevas medidas de “estímulo”. Pero dado que las tasas de interés permanecen cerca de cero después de medidas de estímulo anteriores, realmente tienen poco margen para hacer algo significativo.

La magnitud del cierre industrial en China y su efecto en la producción en otros países es un claro recordatorio de los límites de la “globalización”.

Las autoridades en Irán han reportado la segunda cifra más alta de muertes, 77 y 2 336 casos de coronavirus, pero los trabajadores allí creen que muchísimos casos no han sido incluidos en estas cifras. Tratando de desviar la atención pública de la responsabilidad del gobierno por la propagación de la enfermedad en el país y la región, el presidente iraní Hassan Rouhani dijo que los temores sobre el virus son producto de “conspiraciones del enemigo”.

Pero uno de cada 10 miembros del parlamento iraní ha dado positivo y uno ha muerto. La confianza pública en el gobierno iraní ha sido sacudida aún más que tras la brutal represión de las protestas de trabajadores y jóvenes contra las guerras de los gobernantes iraníes en el extranjero y la crisis económica en el país, así como el esfuerzo del gobierno para encubrir el derribo de un avión ucraniano por la Guardia Revolucionaria.

Crece oposición a gobernantes

“Tenemos un gobierno muy negligente”, dijo Hamid Bahmani en Sanandaj, Irán, a la publicación kurda Rudaw.

En Iraq, donde muchas personas visitan Irán con frecuencia, han comenzado a aparecer casos de coronavirus. El gobierno respondió cerrando todas las escuelas, universidades y otros lugares públicos hasta el 7 de marzo. Pensaban que esto también pondría fin a las protestas contra el gobierno que han sacudido al país durante meses. Sucedió lo contrario. Muchos de los estudiantes fueron directamente a los centros de protesta en Bagdad y Diwaniya.

“El verdadero virus son los políticos iraquíes”, dijo a Rudaw Fátima, una estudiante de medicina de Bagdad de 18 años.

Indignados por la falta de preparación del gobierno ante el virus, los manifestantes comenzaron a convertir las instalaciones médicas usadas para tratar a víctimas de la represión policial y matones respaldados por Teherán en centros para prepararse y bregar con el COVID-19.

Han distribuido volantes y dado conferencias públicas sobre la prevención del coronavirus, y voluntarios han repartido mascarillas médicas gratuitas. Están distribuyendo guantes y desinfectante. Y voluntarios en trajes de protección están tomando la temperatura a los manifestantes.

Casos se extienden en EEUU

En Estados Unidos, el gobierno en todos los niveles está lejos de estar preparado, a la vez que los casos comienzan a crecer. Los gobernantes capitalistas ven los gastos de salud pública como una pérdida de ganancias. Esto es cierto tanto bajo demócratas como republicanos.

El Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Alex Azar, pidió al congreso que respalde la propuesta del gobierno de 2.5 mil millones de dólares para combatir la enfermedad, incluyendo fondos para el desarrollo de una vacuna. Pero en una audiencia del congreso el 26 de febrero, se opuso rotundamente a la sugerencia de que estas vacunas se pongan a la disposición a precios asequibles para todos.

“No podemos controlar ese precio porque necesitamos que el sector privado invierta”, dijo Azar, quien fue parte de un grupo de interés para la empresa farmacéutica Eli Lilly.

Los gobernantes de Estados Unidos tienen un problema especial que surge de su posición como principal potencia imperialista. Washington tiene más de 100 mil soldados estacionados en países con brotes importantes, incluyendo Corea del Sur, Japón, Italia y Bahréin.

“No se debe negar tratamiento”

“A nadie se le debe negar el cuidado médico o la hospitalización por no tener seguro médico o dinero o los documentos de inmigración adecuados”, dijo al Militante  Alyson Kennedy, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para presidente, el 3 de marzo. “Exigimos atención médica gratuita para todos proporcionada por el gobierno.

“Si los trabajadores lograran tener control de la producción —una lucha que se presentará en el futuro cuando millones se unan para combatir los efectos de los ataques de los gobernantes capitalistas a nuestra clase— la producción de medicinas y equipos necesarios para tratar y vacunar contra el virus serían una prioridad, independientemente de las ganancias. Bajo un gobierno de trabajadores y agricultores, como el que existe en Cuba, se movilizaría a los trabajadores para lograr estos objetivos y poner los resultados a disposición de los pueblos del mundo entero”.

Kennedy señaló al ejemplo inspirador de solidaridad internacionalista brindado por los 256 médicos y enfermeros cubanos voluntarios que encabezaron la lucha contra la epidemia del ébola en África Occidental, lo opuesto a las prioridades de los gobernantes norteamericanos. Esta historia es relatada en el nuevo libro de Pathfinder, Zona Roja: Cuba y la batalla contra el ébola en África Occidental.