La siguiente entrevista con una persona que participó en una de las protestas de trabajadores y jóvenes que se extendieron a mediados de noviembre por muchas ciudades, suburbios obreros y pueblos rurales de Irán, se realizó en diciembre de 2019. Fue recibida en el Militante por correo a principios de este año.
Las manifestaciones comenzaron en respuesta al anuncio del gobierno de un alza en los precios de la gasolina el 15 de noviembre. Los que salieron a las calles fueron impulsados por la creciente oposición a las acciones militares de Teherán y su interferencia política a través de la región del Golfo, desde Iraq y Siria hasta el Líbano y Yemen. Con sus condiciones de vida y de trabajo exprimidas por el endurecimiento de las sanciones económicas imperialistas, un número creciente de trabajadores en Irán se están hartando del derroche de fondos y la pérdida de vidas de jóvenes soldados y combatientes milicianos por parte del régimen clerical burgués para servir los objetivos expansionistas de clases privilegiadas, en lugar de satisfacer las necesidades económicas y sociales de la población.
Las manifestaciones de noviembre fueron una continuación de las movili-zaciones que tuvieron lugar por todo Irán en diciembre de 2017 y 2018, también basadas entre los trabajadores más pobres de las ciudades y zonas rurales. (Ver “Revolución, Contrarrevolución y Guerra en Irán: Raíces sociales y políticas de las protestas obreras que se extendieron a 90 ciudades y pueblos”, por Steve Clark, publicado en el número del 9 de abril de 2018 del Militante. También está disponible en la página web del Militante ).
Las acciones recientes en Irán también se inspiraron en las grandes protestas callejeras que estallaron en Iraq y el Líbano a fines de 2019, cuyas demandas centrales incluyeron un alto a las crecientes violaciones de la soberanía nacional iraquí y libanesa por parte de Teherán, así como las medidas militares de Washington.
Más aún, a pesar de la grandilocuencia de los contrarrevolucionarios gobernantes iraníes de que las lamentaciones públicas por el general Qassem Soleimani en enero, las cuales fueron organizadas por el régimen, movilizarían al pueblo trabajador iraní en apoyo del gobierno (afirmaciones que los medios imperialistas repitieron), miles de personas regresaron a las calles ese mismo mes para denunciar el fallido encubrimiento por parte de Teherán del derribo de un avión de pasajeros ucraniano por la Guardia Revolucionaria. La memoria seguía viva de los cientos de personas balaceadas y muertas en noviembre, 1 500 según algunos reportes, a manos de las fuerzas de seguridad del gobierno iraní y los escuadrones paramilitares.
Debido a las condiciones políticas en Irán, no se incluyen los nombres de las personas y los lugares a continuación.
PREGUNTA: ¿Dónde trabaja usted?
RESPUESTA: Soy chofer de autobús. Me mudé aquí hace varios años, después de que me despidieron de un trabajo de fábrica en la provincia donde nací y crecí. No pude encontrar trabajo allí para mantener a mi familia.
P: Relátenos un poco sobre las protestas de noviembre.
R: La primera mañana de las protestas yo estaba en mi ruta de autobús en un pueblo cercano. Muchos trabajadores viven allí. En una de las plazas de la ciudad manifestantes bloquearon mi autobús. Así que me bajé del autobús y me uní a ellos.
Los manifestantes me dijeron que sabían que era demasiado arriesgado para mí simplemente dejar de conducir el autobús y unirme a ellos por mi cuenta. Así que aseguraron de que no pudiera salir. Eran como las 10 de la mañana del sábado [16 de noviembre]. También había otros autobuses que habían pasado y fueron detenidos, cerrando la carretera.
Muchas personas en automóviles también habían sido bloqueadas. Muchos de ellos iban camino al trabajo o tenían otros planes para el día. Pero la mayoría no se quejaron. Simplemente apagaron sus motores y se unieron a la manifestación.
Los manifestantes dejaron pasar a las ambulancias y a otros que llevaban a cabo asuntos urgentes. Una familia afgana, todas mujeres, se dirigía a Qom, como ustedes saben una ciudad santa aquí en Irán. Los manifestantes no solo las dejaron pasar, sino que también les dieron instrucciones para llegar a la circunvalación y evitar cruzar la ciudad. Los manifestantes ayudaron a los viajeros con problemas especiales.
La gente en las calles también nos sirvió comida y agua. Todos ayudaron a su manera, de sus propios bolsillos y de los de sus familias. Una persona compró una caja grande de helado. Otros trajeron galletas, pan, queso. Fue espontáneo. Los participantes querían asegurarse de que nadie pasara hambre.
En una esquina, los manifestantes mantuvieron un fuego. Hornearon papas para que cualquiera que quisiera pudiera obtener una. Hacía frío. Yo tenía un frasco de té en mi autobús, así que se lo ofrecí a alguien, que luego lo compartió con varias mujeres de la multitud.
‘Solo gente común’
P: ¿Cuántas y qué tipo de personas había allí? ¿Qué decían sobre por qué estaban protestando?
R: Había gente de todas las edades: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, niños con sus padres. Hablé con trabajadores de fábricas, pequeños talleres, vendedores ambulantes, jardineros, agricultores, personas de todos los ámbitos sociales.
Algunas mujeres habían traído grandes alfombras para sentarse. Cuando apareció el yegan-e vizhe [unidades especiales de la policía establecidas por el gobierno después de las protestas de 2007], las mujeres colocaron sus alfombras frente a los vehículos de la policía, muy ordenadamente, y se sentaron para prevenir que reabrieran la carretera. Aunque el piso estaba helado y frío, las mujeres solo hablaban entre ellas, sin prestarle atención al yegan-e vizhe. ¡Fue muy impresionante!
Si la policía intentaba abrir otro camino, estas mujeres movían algunas de sus alfombras y se sentaban allí también. No eran controladas por nadie. No había habido preparativos. Solo era gente común.
Donde yo estaba, cerca de la entrada al pueblo, la concurrencia ese día fue muy grande. Pero la gente nos dijo que la calle principal y la plaza central estaban mucho más concurridas, extendiéndose hasta donde estábamos nosotros. Dijeron que las mujeres habían salido portando kafan [velos, un símbolo de estar listas para el martirio].
Un autobús marcado con la insignia del yegan-e vizhe se acercó y nos suplicó que los dejáramos pasar. Dijeron que llevaban gente enferma. Pero cuando los pasajeros se bajaron del autobús, vimos que eran soldados. Una mujer se acercó y se sacó un selfi con los soldados, mientras que otros manifestantes tomaron videos de ellos. Los soldados seguían moviéndose de una parte de la plaza a la otra, intentando reabrir un camino. Pero las mujeres los siguieron y trataron de prevenir que atacaran a alguien.
En un momento, cuando las mujeres abrieron el camino para una ambulancia, el conductor de una camioneta repentinamente aceleró su motor e intentó abrirse paso. Una de las mujeres, de entre 50 y 60 años, se paró frente a la camioneta para detenerlo. El conductor la golpeó y continuó. La gente lo siguió y lo alcanzó, ya que las carreteras estaban muy obstruidas. Le dieron una buena lección.
La gente trató de llevar a la mujer que había sido golpeada al hospital, pero ella dijo que no. “Aunque me hubiera roto una mano o un pie”, dijo, “quiero quedarme y protestar”. Otra mujer, que vivía cerca, consiguió equipo médico y la atendió. Cuando llegó una ambulancia, tampoco dejó que los trabajadores de atención de emergencia se la llevaran. Entonces la atendieron allí en la plaza. “Me quedo sentada aquí hasta que logremos algunos resultados”, dijo.
P: ¿Estaba solo el conductor de la camioneta? ¿Era un civil?
R: Si, estaba solo. Lo vi cuando pasó. Eso es todo lo que sé.
Cuando el gobierno anunció el aumento del precio de la gasolina, las protestas comenzaron de inmediato, en todo el país. Cuando mi autobús quedó bloqueado, todavía no había ninguna unidad del ejército o del yegan-e vizhe. Llegaron más tarde, como al mediodía. No usaron ninguna violencia ese día, por lo menos no donde yo estaba.
La gente caminaba lado de ellos, ni siquiera gritaban consignas, solo protestaban en silencio.
P: Entonces, ¿por qué algunas mujeres en la plaza principal usaban kafan?
R: Había habido fuertes enfrentamientos con el gobierno en esta región a fines de la década de 1980. Las tropas dispararon contra los manifestantes, y hubo víctimas.
Qué decía la gente?
P: ¿Qué tipo de discusiones tuvo usted?
R: La gente dijo que era un error que el gobierno aumentara los precios de la gasolina. Eso afecta el precio de todo, dijeron.
El gobierno negó esto, por supuesto. “Otros precios no subirán”, anunciaron las autoridades. “No dejaremos que eso suceda”.
Pero los precios sí subieron, desde el primer día. Los agricultores que querían transportar una carga de frutas o verduras, por ejemplo, tuvieron que pagar más, ya que los precios de la gasolina eran más altos. Entonces, los productos agrícolas se volvieron más caros en el mercado, al igual que otras cosas. Todos estaban descontentos con esto.
Incluso unos días más tarde, después de que el gobierno anunció que subsidiaría a las personas para compensar los aumentos de precios, todos creyeron que era una mentira. “Solo quieren prevenir que protestemos”, dijo la gente.
P: Las mujeres que se unieron a las protestas, incluidas las que se sentaron en las alfombras para bloquear a la policía, ¿llevaba la mayoría de ellas el velo tradicional, el chador?
R: Algunas lo hicieron, y otras llevaban mantos [un abrigo largo con un pañuelo para la cabeza]. Todas ellas, tanto las que vestían de forma más tradicional como las que usaban lo que el régimen llama “mal hijab”, es decir, que no están completamente veladas, se sentaron en las mismas alfombras juntas frente a los autos del yegan-e vizhe.
En las áreas donde yo estaba, tanto el sábado como subsecuentemente en la semana, la proporción de mujeres a hombres era casi 50-50. Las mujeres gritaban y coreaban más, ya que los hombres sabían que tenían más probabilidades de ser atacados.
La mayoría de los carros en las protestas tenían hombres y mujeres. A veces solo el conductor era hombre, pero también había mujeres conductoras. No es como antes. Hoy en día, las mujeres conducen mucho más.
P: ¿Qué otras discusiones tuvo?
R: Una persona dijo que protestas como estas no llegan a ningún lado en Irán, ya que no tienen ningún líder. Respondí que muchas revoluciones inicialmente no tienen liderazgo. Los líderes emergen en el curso de la lucha. Mientras tanto, si no hay líder en ese momento, la gente se reúne y deciden qué hacer mañana, al día siguiente, y el día después. Ellos toman medidas.
También mencioné algunos libros para leer sobre las lecciones de las revoluciones en otros lugares. Podemos aportar estas experiencias a nuestro propio país, dije. Necesitamos saber qué lecciones políticas se adaptan a las condiciones de este país, por supuesto. Entonces podemos usarlas para lograr algunos resultados.
Señalé que ciertas acciones provocativas de individuos y grupos pequeños en las protestas del año pasado no benefician al pueblo trabajador. Tal vez agentes del propio gobierno alienten algunos de estos actos, para crear caos como pretexto para la represión. Pero no vi nada de eso donde detuvieron mi autobús. Ni una sola piedra fue arrojada al yegan-e vizhe. Nada de burlas, nada de insultos. Y estuve allí hasta la media tarde.
P: ¿Alguien dijo algo de la política del gobierno en la región? En Iraq o Siria, por ejemplo.
R: Sí. Algunas personas se quejaron de que el gobierno nos está quitando dinero y lo está gastando en Siria. Y luego el gobierno trae soldados contratados desde Siria, o desde Líbano o Iraq, y los utilizan para atacar las acciones de trabajadores y estudiantes aquí.
La mayoría de la gente dijo algo en este sentido. Tenemos nuestros propios problemas aquí en Irán, decía la gente. Desempleo e inflación. Reducen nuestros salarios y prestaciones. Las políticas del gobierno en la región no son populares.
Ciudades y pueblos pequeños
P. Dijo que su autobús fue detenido en un pueblo más pequeño cerca de la ciudad donde vive. ¿Podría decirnos algo más sobre la gente que vive y trabaja allí?
R. Bien, mi casa está en una ciudad industrial con una clase obrera numerosa. Hay trabajadores de la construcción así como obreros de fábricas que han venido de todo Irán en busca de empleo. Y muchos otros.
El pueblo en el que pararon mi autobús, por otra parte, es medio industrial y medio agrícola. Hay muchos obreros del campo y otro tipo de trabajadores también, bastante pobres, medio empleados o que no han podido encontrar empleo. En algunos pueblos cercanos hay fundiciones de acero y otras fábricas, pero muchos en el cinturón que rodea la ciudad son trabajadores del campo que también tienen trabajos industriales cuando pueden.
P. ¿Qué pasó después cuando iba en el autobús de camino a su casa?
R. Estuve parado en la carretera durante alrededor de una hora, ya que había sido bloqueada por manifestantes. Habían levantado una verja metálica para cerrar el camino y habían puesto topes de velocidad para prevenir que los yega-e-vizhe se movieran con rapidez, creo. La gente había levantado puestos de control, pero solo miraban rápidamente a los vehículos, levantaban las barreras y les saludaban con la mano. No causaron daño a ningún vehículo.
Cuando regresé a la ciudad había signos obvios de conflicto entre los manifestantes y los yegan-e vizhe. No vi ningún enfrentamiento con mis propios ojos, pero uno podía ver que habían puesto fuegos a lo largo de algunas carreteras. Se veían residuos de llantas quemadas. Las calles todavía estaban mojadas donde los soldados habían lanzado cañones de agua contra los manifestantes. Y se veía a manifestantes congregados en los puentes sobre las carreteras.
Había vehículos de los yegan-e vizhe por todos lados. Las confrontaciones continuaron al día siguiente y días posteriores en los barrios pobres y los de clase obrera. Pero en las zonas más acomodadas de clase media, la vida continuaba en general como siempre, excepto por las patrullas de las escuadras especiales.
Mientras caminaba vi a un grupo de entre 60 y 70 personas en motocicletas. Llevaban ropa de civil con cascos y escudos. Habían estado echando a la gente de las calles. Tal vez eran Basij [auxiliares paramilitares del Cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán, utilizados junto con unidades del ejército y la policía para desarticular protestas y hostigar a la gente que se opone a las políticas del gobierno].
Me acerqué a uno de los motociclistas y le miré directamente. Él se cubrió la cara y se dio la vuelta. Le dije que no era educado volverse de esa manera. “Solo mira donde has terminado”, le dije. “Estás pegándole a tus conciudadanos solo porque protestan”. No dijo nada, parecía avergonzado y desapareció entre la multitud.
Había todo tipo de personas en las calles, pero fundamentalmente jóvenes, desde adolescentes a jóvenes de veinte y treinta y tantos años. Muchos estudiantes universitarios. Estaban parados protestando, confrontando al Basij y los yegan-e vizhe.
Paré en un lugar donde se habían usado cañones de agua contra la gente que se había sentado en la calle poco antes. Hablé con algunos de los manifestantes que todavía estaban allí. Me dijeron que cuando comenzó la sentada, fue silenciosa, sin problemas. Pero más tarde, cuando la policía los roció con agua y llegaron las motocicletas, los manifestantes se defendieron.
“Si nos golpean, vamos a resistir”, me dijo uno de ellos. Dijo que tenían derecho a hacerlo. Yo señalé a una persona que agitaba la multitud, “Ojo por ojo” y cosas así. Tenía la cara tapada, solo podías ver sus ojos. “¿No habría sido mejor continuar la sentada?”, pregunté. La persona con la que estaba hablando dijo: no, “nos pegan, teníamos que resistir”.
Continué andando cuesta arriba donde había sido incendiada una estación de policía cercana. De ahí fui a otras plazas y calles, incluida una donde otra estación de policía había sido incendiada. En uno de los distritos más pobres las calles estaban todavía muy hacinadas de gente y los choques continuaron durante varios días.
Había también mucha gente en coches con sus familias en las carreteras. No muchos hombres solos, principalmente familias. La mayoría no estaban simplemente detenidas por el tráfico. Habían venido de otras partes de la ciudad o pueblos cercanos para participar con la gente. Para entonces, por supuesto, muchos de ellos gritaban para poder pasar, pero no escuché a nadie quejarse de las protestas o por que habían cerrado las carreteras.
P. ¿Y el domingo y los días siguientes esa semana?
R. Las autoridades anunciaron que los camiones del gobierno y otros vehículos no deberían salir a las calles. Bajo ninguna circunstancia, dijeron. El domingo, que es día de trabajo en Irán, se comunicó a algunos empleados del gobierno que no trajeran sus coches al trabajo. Los estacionamientos fueron utilizados para estacionar los vehículos de los yegan-e vizhe
Participaron muchos trabajadores en las movilizaciones. Pero la mayoría de los empleados de varias empresas permanecieron en el trabajo durante las protestas. Ni el gobierno ni la empresa privada suspendieron el trabajo en ningún momento. Tampoco he sabido de trabajadores que salieran juntos de las fábricas para unirse a las acciones.
P. ¿Tuvieron experiencias parecidas algunos de sus compañeros de trabajo, otros conductores de autobús?
R. No hubo servicio de autobús ni el sábado ni el domingo. Los trabajadores tenían que ir y volver del trabajo caminando. La mayoría de los camiones también fueron paralizados, tanto en la ciudad como en los pueblos colindantes. Algunos de los conductores de camión, cuando llegaron al trabajo dejaron simplemente sus vehículos en los garajes y se volvieron a casa. Los trabajadores de las compañías de electricidad y gas del gobierno, y los de telecomunicaciones, ninguno de ellos pudo conducir sus camiones por las calles
Mis compañeros de trabajo en las cocheras de autobús estaban todos a favor de las protestas. Pensaban que el gobierno debía revertir el aumento de los precios de la gasolina. “¿Por qué no presta ninguna atención el gobierno a la gente?”, decían muchos.
En respuesta a las protestas las autoridades anunciaron que proveerían una subvención para paliar el aumento del precio de la gasolina. Pero en la sección de la empresa donde yo trabajo solo dos de los 15 trabajadores han recibido esa subvención. Me sorprendió que yo mismo no cualificara, por ejemplo.
El gobierno dice que dará la subvención de gasolina a 60 millones de personas. Pero todo el mundo dice que eso es mentira. Cuando hablo con gente que espera en cola para comprar pan, por ejemplo, la mayoría dice que tampoco han recibido la subvención.
Algunos dicen que sí recibieron la subvención y les sorprendió saber que otros no. De los dos que han recibido la subvención donde trabajo, uno es nuevo. El otro es un limpiador. Pero 13 no han recibido nada hasta el momento.
P. El hecho de que no hubo muchos heridos o muertos en su área parece ser una excepción a lo que pasó en otros lugares. Cientos murieron por todo el país; algunas fuentes dicen que muy por encima de los mil. El gobierno incluso desactivó el Internet para impedir que saliera la verdad. ¿Qué fue diferente donde usted estaba?
R. Bueno, sí hubo víctimas, especialmente en las zonas del centro de la ciudad. Yo personalmente no vi muertos o heridos, pero compañeros de trabajo me dijeron de algunos.
P. Una última pregunta. Lo que sucedió aquí en noviembre fue muy importante. ¿Cómo han afectado estos sucesos la forma de pensar de los trabajadores y otros que usted conoce, su ánimo, su moral? ¿Ha cambiado cómo juzgan al gobierno?
R. Tengo compañeros de trabajo de todas las edades, incluidos algunos veteranos mutilados durante la guerra. [En 1980 Irán fue invadido por el régimen iraquí de Saddam Hussein respaldado por Washington, poco después de la revolución de 1979 que derrocó la monarquía iraní respaldada por Washington.] Con lo que ha pasado en años recientes ya no oigo a casi ninguno de estos compañeros de trabajo decir que le tienen confianza a este gobierno. O que el gobierno dice la verdad.
Muchos de estos trabajadores son religiosos. Uno es muy devoto y en el pasado, cuando yo decía algo negativo sobre las acciones de importantes figuras del gobierno o religiosas, me advertía de que hablara de estos individuos respetuosamente. Insistía en que usara siempre sus títulos honoríficos, no solo sus nombres. Ahora, este mismo trabajador habla todo el tiempo de estos funcionarios sin ningún adjetivo. Dice que no les importa el pueblo.
Tales actitudes no son solo para [Hassan] Rouhani, el presidente. Estos puntos de vista son sobre toda la dirigencia, independientemente de quienes son. El pueblo no confía más en ellos, en ninguno de ellos.
Los trabajadores dicen claramente que estos líderes del gobierno mienten. La mayoría no solía decir esto, ahora sí. Incluida mi propia esposa, con la que no podía hablar sobre estas cuestiones durante muchos años. Ahora dice que el gobierno miente, que engañan a la gente. Que pisotean los derechos del pueblo y no les importa nada excepto sus propios bolsillos.
Antes era imposible hablar de esto con muchos trabajadores que conozco. Eso está cambiando.