La invasión de Ucrania por Moscú se ha estancado ante la feroz oposición armada de los ucranianos y las enérgicas protestas en las ciudades ocupadas. Después de una lluvia de destrucción contra civiles para obligarlos a someterse, Moscú está intensificando sus esfuerzos para expandir y consolidar su control sobre el territorio que ha ocupado en el este de Ucrania.
Tras feroces combates, las fuerzas ucranianas repelieron al ejército ruso en varias ciudades del norte y noreste el 28 de marzo, impidiendo el cerco total de Kyiv y Járkiv. Pero continúan los bombardeos con misiles y artillería contra civiles.
Las tropas rusas en el sur han perdido control de partes de la ciudad de Jersón. Los ataques con gases lacrimógenos, golpes y arrestos por las fuerzas rusas no han podido evitar que los residentes salgan a protestar contra la ocupación.
“Los ucranianos están combatiendo valientemente, en muchos casos con armas en las manos, para defender la soberanía e independencia nacional de Ucrania. El Partido Socialista de los Trabajadores saluda su resistencia y llama a la derrota de las fuerzas invasoras de Putin”, dice una declaración emitida por Jack Barnes, el secretario nacional del partido.
“Washington y sus aliados capitalistas en Londres, París, Berlín y otros países derraman lágrimas de cocodrilo por la soberanía nacional de Ucrania y la difícil situación de su pueblo”, dice la declaración. “Lo único que realmente les preocupa es proteger sus propias ganancias e intereses políticos estratégicos”.
El PST “¡exige que se retiren completamente de Europa todas las tropas norteamericanas y los armamentos convencionales y nucleares y los sistemas de misiles nucleares!”.
Coreando “Slavutych es Ucrania”, unas mil personas protestaron el 26 de marzo contra la captura por el ejército ruso de la ciudad, en la que viven cientos de trabajadores de la dañada planta de energía nuclear de Chernobyl. Los manifestantes exigieron la liberación de su alcalde, Yurii Fomichev, quien había sido capturado. Las fuerzas de ocupación dispararon al aire, pero los manifestantes no se dispersaron hasta que Fomichev fue puesto en libertad. El bombardeo de la ciudad de 25 mil habitantes la semana anterior impidió que los trabajadores de Chernobyl regresaran a sus hogares, lo que interrumpió la rotación de turnos de los trabajadores y puso en peligro la seguridad de las instalaciones. Ahí tuvo lugar el peor desastre nuclear del mundo en 1986, el cual las autoridades estalinistas trataron de encubrir.
Las tropas rusas liberaron al alcalde, pero mantienen el control de Slavutych y han impuesto un toque de queda.
Mariúpol sigue siendo fuertemente defendida por combatientes ucranianos, pero unos 160 mil civiles siguen atrapados y sometidos a bombardeos, sin electricidad, agua, ni alimentos. El 24 de marzo las fuerzas armadas ucranianas atacaron y hundieron uno de los barcos de desembarco rusos y dañaron otros dos en el cercano puerto ocupado de Berdyansk.
El alto mando ruso ahora está tratando de ampliar su ocupación de Donetsk y Lugansk, donde fuerzas separatistas pro-Moscú han combatido contra tropas ucranianas desde 2014. Una de las demandas del presidente ruso Vladímir Putin antes de la invasión es que estas dos provincias orientales, incluyendo Mariúpol, pasen al control de Moscú.
Tropas rusas enfrentan resistencia
El tabloide pro-Kremlin Komsomolskaya Pravda, informó —antes de que se suprimiera la noticia— que unos 10 mil soldados rusos han muerto hasta ahora. Moscú afirma que solo 1,352 soldados rusos han muerto.
La desmoralización de algunas tropas rusas ha afectado la capacidad combativa del ejército ruso y amenaza con mayores problemas tanto en el campo de batalla como en Rusia.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, continúa mirando hacia el gobierno de Estados Unidos y de otras potencias imperialistas y suplicándoles que desaten su mortífero poder aéreo para ganar la guerra para él. Ante todo, su gobierno impulsa los intereses de la clase capitalista ucraniana contra sus rivales en Rusia y contra el pueblo trabajador.
La impopularidad de la guerra ha provocado una división en la iglesia ortodoxa rusa. Casi 300 sacerdotes y diáconos firmaron una carta abierta titulada “Sacerdotes rusos por la paz”. Dice: “Respetamos la libertad concedida por Dios al hombre, y creemos que el pueblo de Ucrania debe tomar su decisión por su cuenta, no a punta del fusil, sin la presión de Occidente u Oriente”.
Las manifestaciones contra la guerra por toda Rusia han sido disueltas con más de 15 mil personas arrestadas. Los manifestantes han encontrado una nueva forma de burlar a la policía y los censores, incluyendo el uso de pequeñas figuritas de arcilla con pancartas que dicen “no a la guerra” y colocando los colores ucranianos en lugares destacados en San Petersburgo y otras ciudades.
En Moscú, agresores antisemitas dejaron una cabeza de cerdo en la puerta de Alexei Venediktov el 24 de marzo. Él es judío y director de la estación de radio liberal Eco de Moscú, que recientemente fue clausurada por las autoridades rusas. Dejaron una calcomanía en su puerta que decía “Judensau”, una referencia obscena en alemán del siglo XIII dirigida a los judíos, superpuesta a un símbolo ucraniano.
Ataques como este desmienten la ficción difundida por los medios controlados por el estado ruso de que la guerra es una “operación especial” contra los “neonazis” ucranianos. Putin ataca con veneno a cualquiera que no apoye su guerra, etiquetándolos como “traidores a la patria”.