A pesar de una pérdida considerable de tropas y un enconado desconcierto interno, Moscú continua con su guerra dirigida a conquistar Ucrania y aplastar su lucha de décadas por la independencia.
Ante la resistencia encontrada en las áreas ocupadas, las fuerzas rusas han suspendido sus operaciones terrestres, parte de su ofensiva en la región de Donetsk, para reforzar sus fuerzas desgastadas en los combates en la ciudad de Severodonetsk y la aledaña Lysychansk, las cuales pudieron tomar después de destruirlas. Estos avances pusieron a casi todo Luhansk bajo el control de Moscú.
Pagaron un precio alto en tropas y armamentos, encima de las pérdidas y la desmoralización sufrida cuando fueron expulsados de Kyiv, Sumy y Járkiv por la feroz resistencia ucraniana a principios de la guerra.
“Cuando el régimen estalinista en la Unión Soviética se desplomó ante las masivas movilizaciones populares a principios de los años 90, Ucrania fue una de las 14 ex repúblicas que declararon su independencia nacional”, explica la declaración emitida el 3 de marzo por Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. “Ahora el régimen de Putin pretende reapropiarse despiadadamente, bajo la hegemonía de Moscú, de estas naciones que estaban recluidas en la cárcel de naciones zarista, y regenerar hoy día al imperio ruso con Putin como zar”.
La declaración está siendo ampliamente utilizada por miembros y partidarios del PST, junto con los reportajes del Militante, para hacer campaña en defensa de la soberanía ucraniana y para exigir el retiro de las tropas rusas.
A pesar de la “pausa” de Moscú, han continuado los mortíferos bombardeos y ataques con misiles contra áreas civiles en Ucrania.
Las dificultades que enfrenta Moscú fueron reconocidas por el veterano comandante ruso Igor Girkin, quien, bajo el seudónimo de Igor Strelkov, sirvió en 2014 como ministro de defensa en la títere de Moscú República Popular de Donetsk. El ejército ucraniano, escribió Girkin en Telgram, prolongó las batallas en Luhansk “con el fin de lograr el mayor tiempo posible y causar el máximo de bajas a la fuerza de ataque rusa”. Luego “logró retirar el grueso de sus tropas defensoras, evitando que ni una pequeña parte de estas fueran cercadas”.
Las fuerzas rusas han fracasado en su esfuerzo para destruir la capacidad militar ucraniana, dijo. Por lo contrario, admitió, las dificultades de Moscú de obtener tropas frescas indica que es la capacidad rusa la que está a riesgo de ser agotada completamente.
Fricciones en Rusia por bajas
Tras la muerte de por lo menos cinco soldados rusos en un ataque artillero ucraniano en la primera semana de julio, sus madres se pronunciaron en una carta al Comité de Madres de Soldados en la región de Astrakhan en el sur de Rusia. Culparon a los medios pro-Kremlin de revelar sus ubicaciones.
El ejército ruso necesita desesperadamente más soldados pero Putin está reacio a declarar formalmente la guerra a Ucrania, lo que es requerido para imponer un reclutamiento nacional. Putin insiste en llamar a su invasión una “operación militar especial” y ha convertido en crimen en Rusia decir que es una guerra.
Los gobernantes capitalistas desde Alemania y Japón hasta Australia se están rearmando a medida que la invasión por Moscú —la guerra terrestre más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial— anunció una nueva etapa en el creciente desorden mundial imperialista. Los cambios en las alianzas y las fisuras entre las potencias imperialistas rivales han salido a la luz a medida que tratan de defender sus mercados y ganancias.
La intensificación de tensiones quedó clara en la reunión de cancilleres del Grupo de las 20 naciones industrializadas en Bali, Indonesia, el 8 de julio. Washington no logró que varios países semicoloniales importantes siguieran su pauta en la aplicación de sanciones contra Rusia, las cuales recaen con mayor peso sobre el pueblo trabajador.
Refiriéndose a la guerra en Ucrania, el ministro del exterior de Indonesia Retno Marsudi dijo, “Para el mundo se ha hecho más difícil sentarse juntos”.
Los gobernantes de Alemania, Francia e Italia están presionando a Kyiv a que entable conversaciones para poner fin a la guerra, aún si significa hacerle concesiones a Putin. Por su parte, Moscú puso más presión a estas potencias cortando el suministro de gas a Europa el 11 de julio, diciendo que necesitan realizar “obras de mantenimiento”.
Los editoriales en los periódicos liberales como el New York Times y el Washington Post también instaron a la administración de Joseph Biden a buscar vías para presionar al gobierno ucraniano.
Moscú también tiene dificultades con algunos de sus aliados. Aún antes del inicio de la guerra, el presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko permitió las operaciones de las tropas rusas desde el territorio de Bielorrusia.
Pero ahora Lukashenko enfrenta la oposición de oficiales de alto rango de sus Tropas Especiales que le enviaron una carta abierta el 9 de julio, según Express.
“La ocupación de Rusia del internacionalmente reconocido territorio de Ucrania, que es amigo de nuestro estado” es un “intento de involucrar a Bielorrusia en una guerra sin provocación alguna contra un estado soberano”, escribieron los oficiales.