editorial

¡No a armas nucleares! Emular ejemplo de Cuba

22 de agosto de 2022

El 6 y 9 de agosto de 1945, los gobernantes capitalistas de Estados Unidos desataron un infierno nuclear en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Cientos de miles de civiles japoneses fueron incinerados instantáneamente o tuvieron una muerte agonizante por quemaduras y envenenamiento por la radiación. Para la clase dominante en Estados Unidos, la clase capitalista norteamericana, esto fue necesario para asegurar el dominio de Washington en el Pacífico y el “orden mundial” imperialista que surgió de su victoria en la Segunda Guerra Mundial.

Mientras Washington afirmaba cínicamente que esta masacre fue necesaria para lograr la “paz”, el titular del Militant del 18 de agosto decía: “¡No hay paz! ¡Solo el socialismo mundial puede salvar a la humanidad de la destrucción atómica en otra guerra imperialista!”

La despiadada competencia entre las potencias capitalistas rivales los empuja a aumentar sus arsenales nucleares en preparación para nuevas guerras. Los pasos de las potencias capitalistas en todo el mundo para adquirir armamentos en preparación para futuros conflictos es una consecuencia inevitable de la invasión de Ucrania por Moscú y su intento de subyugar al pueblo de ese país.

El vasto poderío militar ejercido en todos los rincones del mundo por la clase dominante estadounidense es la contraparte de los ataques de los patrones contra los empleos, salarios, familias, condiciones sociales y derechos políticos que enfrentan los trabajadores aquí.

La lógica de la competencia imperialista y sus guerras desde Corea hasta Iraq, desde Vietnam hasta Afganistán, es más evidente hoy para los trabajadores: una marcha hacia el fascismo, la guerra y la aniquilación nuclear. Hay mucho en juego para los trabajadores en organizarnos para evitar esto. Antes de que los gobernantes puedan imponer los horrores de una tercera guerra mundial, tendremos nuestra oportunidad de derrocar el régimen de los guerreristas capitalistas y tomar el poder político en nuestras manos. A través de nuestras batallas en las líneas de piquetes y en las fábricas, minas y plantas, podemos forjar el partido de la clase trabajadora y la dirección marxista que necesitamos, una que pueda dirigir a millones a tomar el poder y establecer un gobierno de trabajadores y agricultores.

El Partido Socialista de los Trabajadores exige la abolición inmediata e incondicional del arsenal nuclear de Washington. Al igual que la dirección revolucionaria de Cuba, el PST llama a los nueve gobiernos que poseen armas nucleares a que se deshagan de ellas, y a cualquier otro gobierno que esté planeando adquirirlas a que renuncie a hacerlo.

“Nunca hemos considerado producir armas nucleares”, dijo Fidel Castro, el dirigente central de la revolución socialista de Cuba, a estudiantes en La Habana en 2005. “Nosotros poseemos armas del poder de las nucleares, es la magnitud de la justicia por la cual luchamos. Nosotros poseemos armas nucleares en virtud del poder invencible de las armas morales”. Esta es la línea de marcha del pueblo trabajador.

La revolución socialista de Cuba es un poderoso ejemplo de lo que somos capaces de hacer los trabajadores y de lo que podemos y debemos hacer aquí. Este es el único camino para asegurar de una vez por todas que los gobernantes capitalistas, o cualquiera de sus rivales igualmente sanguinarios, nunca puedan usar armas nucleares de nuevo.