NACIONES UNIDAS —“El primer programa de igualdad que ganaron las mujeres cubanas fue la propia revolución”, dijo Teresa Amarelle, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), en una entrevista con el Militante realizada aquí en marzo.
“La lucha aún no ha terminado, por supuesto. Todavía tenemos muchos desafíos”, dijo. “Pero fue la revolución la que verdaderamente desató las alas de las mujeres”.
Amarelle destacó algunos de los avances para la mujer en el transcurso del movimiento revolucionario cubano que, bajo la dirección de Fidel Castro, derrocó a la dictadura respaldada por Washington en 1959, estableció un gobierno de trabajadores y agricultores y llevó a cabo la primera revolución socialista en América. Millones de trabajadores, incluidas las mujeres, se transformaron al luchar por transformar la sociedad.
Esos cambios comenzaron entre los propios combatientes del Ejército Rebelde —que incluía al Pelotón Femenino Mariana Grajales, organizado por Castro— durante la lucha para derrocar a la tiranía de Batista. Tras la victoria de 1959, la determinación de las mujeres de participar en la revolución y el apoyo que recibieron de Castro ante todo derribaron barrera tras barrera heredadas de la sociedad capitalista.
Las mujeres participaron en la dirección de la reforma agraria que transformó el campo. Se incorporaron a las milicias y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y ayudaron a dirigir el cuerpo médico. Fueron la mayoría de los 250 mil voluntarios que en 1961 alfabetizaron a 700 mil cubanos, mayormente mujeres, erradicando el analfabetismo en un año. En 1960 fundaron la Federación de Mujeres Cubanas, forjada al calor de estas movilizaciones.
En el espacio de dos breves años, de 1961 a 1963, trajeron a La Habana a 21 mil mujeres jóvenes de zonas rurales, con el permiso de sus padres, para estudiar en la Escuela para Campesinas Ana Betancourt. Aprendieron a leer y escribir, adquirieron conocimientos básicos de nutrición e higiene y aprendieron a confeccionar ropa para ellas y sus familias, además de otras destrezas laborales. Fueron introducidas al teatro, el ballet y otras formas de arte.
Al adquirir más confianza, comenzaron a verse de manera diferente y regresaron a casa compartiendo lo que habían aprendido y llevando la revolución al campo. Las mujeres también comenzaron a obtener trabajos “no tradicionales” como choferes de taxis y tractores, empleadas bancarias y otros oficios.
A iniciativa de Vilma Espín, ex combatiente del Ejército Rebelde y presidenta por mucho tiempo de la Federación de Mujeres Cubanas, se crearon los primeros círculos infantiles en 1961.
Las tasas de mortalidad materna e infantil cayeron cuando se creó un sistema de salud pública gratuito y la FMC educó a las mujeres sobre la salud reproductiva. Las muertes y mutilaciones por abortos clandestinos quedaron en el pasado gracias a un sistema de salud que ofrecía métodos anticonceptivos seguros y confiables, así como el acceso al aborto en hospitales, realizado por especialistas médicos calificados bajo condiciones higiénicas.
Las mujeres han participado en misiones internacionalistas cubanas por todo el mundo desde los primeros días de la revolución. Estuvieron entre los médicos que trabajaron en Argelia en 1963 y los voluntarios que en 1966–67 combatieron junto al Che Guevara en Bolivia. Dos regimientos femeninos de artillería antiaérea ayudaron a defender la independencia de Angola contra invasiones del régimen sudafricano del apartheid en los años 70 y 80. Y muchas mujeres han integrado brigadas médicas para combatir la pandemia de Covid en decenas de países desde 2020.