Desde que Joseph Biden señaló a los “republicanos MAGA” como un “peligro claro y presente” para la “seguridad nacional” en su discurso el 1 de septiembre, sus ataques y los de otros demócratas han continuado contra el ex presidente Donald Trump y las decenas de millones de personas que votaron por él. Con el respaldo de los medios liberales y la izquierda de clase media, elogian el papel del FBI, el cual se especializa en espiar e interrumpir las actividades de sindicatos y trabajadores.
La policía política de Washington está pisoteando las libertades constitucionales por las que los trabajadores han luchado y necesitan. Independientemente de a quién persiga el FBI hoy, mañana enfocará sus ataques en la clase trabajadora y su vanguardia. Esta es una ley de la historia.
La libertad de asamblea, de expresión y de organizarse y protestar son cruciales para los trabajadores involucrados en huelgas por mejores salarios en medio de un alza de precios, por horarios que permitan tiempo para la vida familiar y contra la aceleración del trabajo y otras condiciones peligrosas. La movilización para defender estas libertades, incluyendo el derecho a la libertad de culto y a no ser sometido a registros e incautaciones irrazonables y castigos crueles e inusuales es fundamental para construir un movimiento obrero combativo.
Biden dice que su administración es la más a favor de los sindicatos de la historia. Pero en respaldo a los patrones ferroviarios, invocó la notoria Ley Laboral Ferroviaria, atando a los obreros ferroviarios a años de mediación, múltiples períodos de “enfriamiento” y una Junta Presidencial de Emergencia para negarles el derecho a la huelga.
Los gobernantes norteamericanos temen que está aumentando el número de trabajadores que saben por experiencia propia que los partidos Demócrata y Republicano no tienen respuesta a la crisis del capitalismo salvo atacar y empeorar nuestras ya deterioradas condiciones.
Señalando a Trump y sus seguidores, a quienes él ve como una amenaza, Biden dijo el 15 de septiembre que había desarrollado la “primera estrategia nacional para contrarrestar el terrorismo interno”. Afirmó que ha existido una “línea de odio” en Estados Unidos desde su fundación que “nunca desaparece por completo”. Hoy, dijo, “la supremacía blanca es la mayor amenaza terrorista”. Y, si no estás de acuerdo, dice Biden, eres cómplice.
El congresista demócrata Hank Johnson hizo acusaciones similares el día anterior, alegando que los padres que desafían las políticas “woke” en las reuniones de la juntas escolares locales eran “extremistas MAGA”. Los comparó con los que están siendo enjuiciado por cargos de participar en los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio. En octubre pasado, la Asociación Nacional de Juntas Escolares calumnió a los padres como “terroristas domésticos” por exigir el derecho de expresar su opinión en la educación de sus hijos. El fiscal general Merrick Garland desató al FBI para que los espiara.
Con el pretexto de proteger la “seguridad nacional”, los gobernantes norteamericanos han pasado años tratando de restaurar la imagen del FBI después de que se hizo público su historial de espionaje e interrupciones, incluso a través de la demanda del Partido Socialista de los Trabajadores contra el FBI en las décadas de 1970 y 1980.
La expansión de la policía política de Washington ha acompañado una creciente centralización de los poderes políticos en manos de la presidencia bajo las recientes administraciones demócratas y republicanas.
Buscan fortalecer poder ejecutivo
Eludiendo el debate en el Congreso, la Casa Blanca y la creciente variedad de agencias reguladoras federales toman cada vez más decisiones que afectan nuestras vidas. Su propósito es “guiar” la vida y el comportamiento del pueblo trabajador.
Una capa bien remunerada de la clase media que ha crecido enormemente en las últimas décadas, está jugando un papel clave en la expansión de los poderes del gobierno. Desempeñan funciones claves en las universidades, medios de comunicación, “grupos de expertos”, fundaciones, organizaciones no gubernamentales, “sin fines de lucro” y en una legión de agencias y juntas gubernamentales.
Se creen más inteligentes que los trabajadores comunes. Nos menosprecian, convencidos de que están destinados a actuar por nosotros, porque no se puede esperar que actuemos por nosotros mismos. Temen que los trabajadores actúen en su propio interés y facilitan la erosión de las libertades constitucionales ganadas en luchas reñidas que nos protegen contra el estado.
“Esta capa media ‘meritocrática’ no tiene una política de clase propia”, explica Jack Barnes, Secretario Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores en ¿Son ricos porque son inteligentes? Clase, privilegio y aprendizaje en el capitalismo. “En la medida que se comprometen con una línea de acción —que a menudo disfrazan de atenta, sensible, considerada y sobre todo muy inteligente— su política se deriva de las necesidades y exigencias de sus patrones burgueses”.
87 mil agentes del IRS más
En agosto la administración de Biden anunció que en los próximos 10 años agregará 87 mil agentes del IRS y cientos más de agentes especiales armados encima de los actuales 2,100. La agencia dice que perseguirá a los evasores de impuestos.
En 2019, en lo que representa un serio ataque al movimiento obrero, agentes del IRS y del FBI allanaron las casas de funcionarios del sindicato automotriz UAW, acusándolos de estar involucrados en “corrupción” que había que limpiar. Varios fueron arrestados, llevados a juicio y están en prisión. Los trabajadores sabemos que tenemos desafíos en nuestros sindicatos, pero somos nosotros los que tenemos que enfrentarlos a la vez que luchamos contra los patrones, no la policía, los tribunales y las prisiones de los gobernantes capitalistas. Su papel es de atacar y debilitar a los sindicatos.
Oponerse a toda intrusión gubernamental en los asuntos sindicales es esencial para construir sindicatos que funcionen como una fuerza de lucha independiente para defender a los trabajadores.
Biden y otros demócratas están convencidos de que para mantener al margen de la política a los trabajadores “deplorables” es necesario evitar que Trump vuelva a postularse. Sueñan con condenarlo por espionaje o algún otro delito grave.
Durante más de seis años se han apoyado en el FBI, jueces complacientes e innumerables “investigaciones” del Congreso para lograr este objetivo. Hoy el Departamento de Justicia de Biden y el Congreso liderado por los demócratas están lanzando una red cada vez más amplia para intentar atrapar a Trump y sus partidarios. Emitieron decenas de citaciones este mes, diciendo que tenían que iniciar una investigación sobre la recaudación de fondos por parte del comité de acción política Save America de Trump. Esto se suma a las audiencias y procesamientos iniciados contra personas de todo tipo que estuvieron en la manifestación o en el motín del Capitolio del 6 de enero, y a la redada de la residencia de Trump en Mar-a-Lago en Florida.
A través de estas medidas el Partido Demócrata pretende tomar el control a largo plazo en Washington y dejar de lado a la clase trabajadora. Son una amenaza mortal para las libertades constitucionales.