El presidente ruso Vladímir Putin está lanzando un ataque de gran escala en el este de Ucrania en el primer aniversario de su invasión de este país. A pesar de las múltiples derrotas en el campo de batalla a manos del ejército ucraniano y sus numerosos combatientes voluntarios de la clase trabajadora, Putin sigue aspirando a aplastar su independencia.
Además de los ataques con misiles contra centrales eléctricas, infraestructura y viviendas civiles, fuerzas más grandes de Moscú están rodeando Bajmut en la región de Donbás. Decenas de miles de reclutas rusos han reforzado el ejército mercenario del pro-Moscú Grupo Wagner. A lo largo de varios meses han logrado avances graduales, amenazando el control ucraniano de la ciudad, que está en gran parte destruida, y hasta ahora han sido incapaces de ocupar por completo el Donbás, que Moscú invadió por primera vez en 2014.
Para evitar pérdidas mayores, las defensas ucranianas se han retirado de algunas áreas. La táctica de Moscú de enviar oleadas humanas de soldados rusos mal entrenados e inadecuadamente armados contra combatientes ucranianos bien atrincherados ha elevado el número de muertos entre sus tropas a la tasa más alta desde el comienzo de la guerra.
Como muestra del absoluto desprecio del régimen a sus propias tropas, casi un tercio de los soldados rusos heridos en los hospitales de Horlivka, en Donetsk, están sufriendo congelación por no haber recibido uniformes de invierno adecuados. Decenas de miles de mercenarios de Wagner fueron reclutados de las cárceles rusas. Se les prometió la libertad si sobrevivían a los combates, pero saben que serán fusilados si desobedecen las órdenes.
“Somos nadie y no tenemos derechos”, dijo al New York Times un ex convicto de Wagner llamado Sergei, que fue capturado por soldados ucranianos.
Las diversas fuerzas de Moscú no son las únicas fuerzas rusas que luchan cerca de Bajmut. Varios centenares de soldados de la Legión de Rusia Libre del ejército ucraniano defienden la ciudad del intento de Putin de apoderarse de ella. La unidad está formada por rusos que viven en Ucrania o que decidieron trasladarse allí tras la invasión de Putin y defienden con orgullo la soberanía del país.
Moscú amenaza a Moldavia
Las repercusiones de la mayor guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial siguen extendiéndose. Denunciando que Washington y sus aliados en Europa están haciendo que Moldavia sea “antirrusa”, el ministro de Relaciones Exteriores de Moscú, Sergei Lavrov, amenazó el 4 de febrero que el país podría convertirse en “la próxima Ucrania”.
El gobierno de Moldavia está manteniendo conversaciones para ingresar a la Unión Europea. Desde su invasión de Ucrania, Moscú ha cortado el suministro de gas y electricidad a Moldavia. El comercio exterior del país se ha derrumbado y la inflación ha llegado al 30%.
El Kremlin está utilizando alrededor de 2 mil soldados estacionados en Transnistria, un enclave en Moldavia controlado por separatistas pro-Moscú, para presionar al gobierno de Moldavia.
Huelga de repartidores en Rusia
A pesar de encarcelar a opositores políticos y manifestantes contra su guerra, Putin no ha podido acabar con ellos. De hecho, las protestas han aumentado en el último mes. A pesar de la campaña bélica, Putin no ha podido impedir que los trabajadores se organicen para defenderse de los ataques de los patrones.
Unos 3,800 trabajadores de entrega de alimentos, miembros del sindicato Courier, realizaron una huelga en más de 15 ciudades del 20 al 25 de diciembre para luchar por mejores salarios y condiciones. Su empleador, el gigante tecnológico Yandex, posee el monopolio del servicio de reparto de alimentos del país, Yandex.Eats.
Cuando Yandex adquirió su principal competidor, Delivery Club, en septiembre, los patrones redujeron el sueldo de los trabajadores de 110 rublos (1.59 dólares) por pedido a 70 rublos. Las ganancias de la empresa se dispararon un 124%. Los patrones de Yandex tratan a sus trabajadores como trabajadores autónomos para tratar de negarles beneficios y derechos. Yandex obliga a los conductores a cubrir todos sus gastos.
En otro ejemplo del carácter represivo del régimen de Putin, dos líderes tártaros de Crimea acusados de espionaje y terrorismo, Kostiantyn Shyrinh y Dzhemil Gafarov, murieron en prisión este mes después de haber sido torturados. Su verdadero crimen para los gobernantes de Rusia, fue su oposición a la anexión de Crimea por Moscú en 2014 y su defensa de la lucha de los tártaros de Crimea durante décadas por sus derechos nacionales.