MOUNT OLIVE, Nueva Jersey — “Mi padre heredó las deudas de su familia y luego nosotros heredamos las de él”, explicó al Militante Hunter Hildebrant, de 25 años de edad, en la granja de su familia el 18 de febrero. Junto con sus hermanos Roy y Forrest y su hermana gemela Aspen, cultivan tomates, cebollas, pimientos, fresas, arándanos, calabazas y flores en 56 acres, que han pertenecido a la familia por cuatro generaciones.
Su padre murió en 2012 cuando Hunter tenía 15 años. “Los maestros nos daban libre la mitad del día escolar y lo llamaban ‘programa de estudio y trabajo’” para que pudiéramos mantener la granja. Pero pronto descubrieron los retos que existían.
La granja había sido embargada por “alguien que no conocíamos, que vivía a miles de millas de distancia”, y que podía apoderarse de la propiedad si los Hildebrant no pagaban la deuda. “Tuvimos que pagar 25 mil dólares al año durante varios años”, afirmó. “Tal vez no parezca demasiado, pero lo era para nosotros”.
Muy pocos agricultores pequeños pueden seguir trabajando la tierra sin obtener préstamos. El promedio de la deuda agrícola alcanzó su nivel más alto en 2020 tras haber aumentado de forma continua por tres décadas. Según pronósticos del Departamento de Agricultura, se prevé una nueva reducción de los ingresos agrícolas este año aumentando la carga de endeudamiento para los agricultores.
Mientras los trabajadores son explotados directamente por los patrones, los pequeños agricultores se ven, por un lado, exprimidos por los elevados intereses que los bancos y otros prestamistas les cobran y el costo de los insumos —semilla, pienso, fertilizante e implementos agrícolas— y, por el otro, por los bajos precios que les ofrecen las empresas monopolistas procesadoras y las cadenas de supermercados.
Hunter Hidelbrant trabajaba como portera en un colegio comunitario que la permitió estudiar horticultura sin tener que pagar matrícula. “No terminé el curso pero aprendí mucho”. Hoy trabaja en la granja y en un gran invernadero comercial, y está buscando un tercer trabajo.
Como muchos agricultores pequeños Aspen dedica largas horas de trabajo en la granja, además de los dos trabajos que tiene, para poder sobrevivir.
Sus amigos y otros agricultores les ayudaron. Debido a los altos precios muchos trabajadores ya “no están comprando flores como solían”, dijo Aspen. Y el año pasado, el agua de los pozos de los Hildebrant disminuyó. “Sin agua suficiente tuvimos que tirar las verduras que se habían marchitado”.
“Los precios del diésel casi se han duplicado desde la pandemia”, dijo. Necesitan combustible para los tractores y para mantener tres invernaderos lo suficientemente cálidos para los cultivos”.
“Tenemos un ‘cementerio de tractores’ en la granja. Mis hermanos improvisan. Sacan piezas de los tractores viejos para mantener funcionando los dos que usamos”. A menudo confrontan gastos imprevistos. El camión que usa Hunter para llevar los productos a los mercados locales ahora tiene que ser reemplazado.
Además de vender lo que cultivan en puestos en los mercados agrícolas, también venden a los mayoristas. “Pero no tenemos un decir en los precios que nos paga el mayorista”.
Para proteger las cosechas “podemos matar a los conejos, pero no podemos deshacernos de las malas hierbas sin herbicidas”, reiteró Hunter. Aunque la inflación está en el 6.4 por ciento anual, el aumento de los costos de insumos agrícolas como el diésel, las semillas y los herbicidas es mucho más alto. Algunos herbicidas se han disparado hasta el 300% desde el fin de la pandemia. Todo es parte de un sistema en el que todos los riesgos recaen sobre los pequeños agricultores, mientras que los monopolios agrícolas sacan ganancias enormes.
“Al principio desconfiaba de hablar con socialistas”, nos dijo Hunter. “Yo voto por los republicanos”.
“Los trabajadores y los pequeños agricultores tenemos un enemigo común”, le dije, señalando las huelgas y otras luchas sindicales actuales. “Necesitamos organizarnos independientemente de los patrones y sus dos partidos políticos”.
Hunter nos invitó a volver para seguir hablando.
Roy Landersen contribuyó a este artículo.