EAST PALESTINE, Ohio — Los trabajadores, agricultores y pequeños comerciantes que fueron afectados por el descarrilamiento del tren de Norfolk Southern el 3 de febrero y ahora están luchando para tener control de la limpieza y la reconstrucción de su pueblo están recibiendo solidaridad mediante actos de apoyo a lo largo y ancho del país.
La lucha que están librando ha ayudado a la de los obreros ferroviarios por la seguridad y el control sobre los horarios y condiciones laborales. Tras la indignación provocada por el descarrilamiento y la quema de sustancias tóxicas en East Palestine, los patrones de dos empresas ferroviarias, Norfolk Southern y Union Pacific, han abandonado sus intentos de operar los trenes con una “tripulación” de un solo trabajador.
“Estas mujeres de Indiana dieron un paso al frente para traer con la ayuda de varios familiares dos camiones, un remolque de carga y un vehículo recreativo lleno de suministros donados”, dijo Kaylee Ball a los corresponsales obreros del Militante Jacquie Henderson y Dave Ferguson cuando visitaron el rancho del que ella y Chase Brown son dueños en las afueras de Salem, Ohio.
Cuando el gobierno anunció una evacuación obligatoria tras el descarrilamiento, Ball publicó en Facebook que estaba abriendo la granja para el alojamiento de animales. Recolectaron alimento, comida para mascotas, heno y otros suministros para los necesitados.
Han alojado caballos, gallinas, gansos y mascotas de personas afectadas por el desastre causado por el descarrilamiento y la emisión de sustancias químicas venenosas en el aire, suelo y agua. Ambos tienen otros trabajos además del cuidado de la granja.
“Gente de todas partes, Indiana, Pensilvania y Ohio, se han unido para ayudar”, dijo Ball. “Otro agricultor de Ashland, Ohio, acaba de entregar una gran carga de heno. Otro cerca de Canfield, Ohio, abrió su granja para ayudar”.
“Están brindando un verdadero ejemplo de solidaridad uniendo a las personas afectadas por este desastre”, dijo Henderson, quien trabaja en una panadería industrial sindicalizada en Dayton. “Nuestros sindicatos pueden involucrarse. Llevaré esto a mi local del sindicato de trabajadores de panadería BCTGM para ver cómo podemos apoyar su esfuerzo”.
“No dejé de pensar, ¿y si hubiera sido nosotros?” dijo Ball. Me gustaría pensar que alguien estaría dispuesto a ayudar. ¿Y qué de los agricultores de esta zona y sus cultivos en la primavera? Es su sustento. Y las personas afectadas no deberían tener que pagar por las pruebas médicas”.
“Es hermoso ver a todo el mundo uniéndose, ha restaurado mi fe en la humanidad”, dijo. “Y no vamos a dejar de hacerlo. No lo hicimos por fama. Queremos que la gente sepa que todavía estamos aquí, que no vamos a ir a ningún lado y que no vamos a parar”.
“En cuanto me enteré del descarrilamiento, quise ayudar”, dijo Lisa Hilbert, una de las mujeres que organizaron la caravana de ayuda desde Indiana, a Henderson en una entrevista telefónica. “Crecí en el campo y pensé en cómo afectaba la vida de los animales y de la gente de la zona.
“Mi hermano, un bombero, se ofreció a ayudar con el equipo para trasladar a Ohio lo que se estaba convirtiendo en toneladas de donaciones”, dijo. “Aquí no faltó gente que quiso ayudar con pienso y otros suministros. Y con conducir los camiones.
“Este es el tipo de cosas que hace la gente que algunos llaman ‘deplorables’. Nos ayudamos unos a otros. No hacemos discursos desde lejos. Devolvemos el favor por adelantado”.
‘Tenemos que seguir de pie’
Mallory Aponick, coordinadora de servicios de desastre de la Primera Iglesia de Cristo de East Palestine y cocinera de profesión, habló con Kathie Fitzgerald y Tony Lane en el gimnasio de la iglesia donde estaba distribuyendo agua y purificadores. Había paletas con contenedores de agua en el estacionamiento.
“He enviado correos electrónicos agradeciendo a 129 personas que donaron por la internet”, dijo.
Explicó su forma de abordar el desastre. “No tengo tiempo para la negatividad, no me preocupa lo que pase dentro de 30 años. Estoy preocupada por hoy. Aplaudo los esfuerzos de la gente para ayudar. Podemos salir de esto y ser mucho más fuertes. Tenemos que seguir de pie, seguir siendo fuertes”.
Los dueños de pequeños comercios nos dijeron sobre el impacto de la “invasión de Jeeps” en East Palestine el 18 de marzo, en la que miembros de clubes de Jeeps en Pennsylvania, Ohio y Virginia del Oeste llegaron con sus familias en más de 100 vehículos para brindar solidaridad y apoyar a los negocios locales.
“Había un montón de gente en mi tienda, la ciudad estaba repleta”, dijo al Militante Joy Mascher, dueña de la floristería Flowers Straight from the Heart en la calle Market.
En una entrevista telefónica con el Militante, Dave Anderson, un ganadero de Pennsylvania, justo al este del lugar del descarrilamiento, dijo que asistió a una reunión de granjeros con la Agencia de Protección Ambiental (EPA) celebrada en Darlington. “La EPA dice que todo está bien, pero si les preguntas: ‘¿Entonces, se puede sembrar?’, dicen: ‘Bueno, yo no dije eso’”. Anderson dijo que no puede vender su carne.
“Espero que las pruebas regresen de manera que no cambien ni un poco la vida de nadie aquí”, dijo Anderson a Farm and Dairy. “Pero cuando estás hablando de tus hijos, un ‘Creo que está bien’, no es suficiente”.
Patrones ferroviarios repelidos
Los sindicatos y obreros ferroviarios han exigido el fin de las prácticas inseguras de los patrones. “Este aumento en los descarrilamientos es lo que sucede cuando se recorta el 30% de la fuerza laboral en menos de una década, se reduce la capacitación o se subcontrata el trabajo en cada oficio en los ferrocarriles y se opera trenes más largos y pesados difíciles de controlar”, declaró Clyde Whitaker, director estatal legislativo del sindicato SMART-División de Transporte en Ohio, en una audiencia en el Senado de Estados Unidos el 22 de marzo. “Los ferrocarriles encuentran todas las formas para reducir costos para ganar un dólar más. No importa el daño a la seguridad. Y comunidades como East Palestine son abandonadas en el proceso”.
La amplia indignación por los efectos del descarrilamiento y el desdén de los patrones por la seguridad han ayudado a los obreros ferroviarios a hacer logros en la lucha por el control de las condiciones laborales. Dos de las seis grandes empresas ferroviarias de Clase 1 —Norfolk Southern y Union Pacific— se vieron obligadas a retroceder en su empeño de operar los trenes de carga con tripulaciones de una sola persona, solo el maquinista.
Le corresponde a la clase trabajadora, a nuestros sindicatos y a los pequeños agricultores luchar por el control de las condiciones en las que vivimos y trabajamos.