El aumento constante de los precios y los crecientes ataques de los patrones están aumentando las dificultades que enfrentan los trabajadores y nuestras familias. Es más difícil encontrar un trabajo estable con un salario digno que cubra los costos de la vivienda, atención médica, cuidado infantil y otras necesidades básicas. A los trabajadores se les hace cada vez más difícil sobrevivir de mes a mes, y mucho menos prosperar.
Los precios no han bajado desde que se dispararon entre 2021 y 2023, un factor importante que contribuyó a que Donald Trump ganara las elecciones de 2024. Muchos trabajadores esperan que Trump hará algo para reducir los precios. Pero no encontrarán protección contra el desastroso impacto de los altos precios recurriendo al político capitalista de turno en la Casa Blanca.
Pero sí hay un camino adelante. Los trabajadores están recurriendo cada vez más a los sindicatos para defender nuestros intereses de clase. Los sindicatos cuentan con 14.4 millones de miembros y millones más están buscando unirse a ellos o apoyar las luchas sindicales.
Las huelgas de Milk-Bone en Buffalo, de trabajadores de hoteles en San Francisco y Las Vegas, las de los 55 mil trabajadores postales que han salido en huelga en todo Canadá y la de maestros en Massachusetts, están exigiendo aumentos salariales sustanciales. Al movilizarse, pueden lograr avances reales, como lo demuestran las recientes huelgas del sindicato de estibadores ILA en los puertos de la costa este y del Golfo y la de los trabajadores de Boeing.
Fomentar la solidaridad con estas luchas las fortalece a favor de los intereses de todos los trabajadores.
Cuando los demócratas y los republicanos dicen que van a “controlar la inflación”, ocultan como el funcionamiento del sistema capitalista hace que inevitablemente suban los precios. La competencia por mercados, tanto domésticos como en el extranjero, es inherente al capitalismo y determina qué capitalistas sobrevivirán y cuáles perecerán. Esta competencia impulsa los ataques de los patrones contra los trabajadores. A medida que la competencia provoca la caída de la tasa de ganancias, los gobiernos capitalistas tratan de amortiguar la crisis imprimiendo más dinero. Cuando el dinero en circulación es mucho mayor que la cantidad de mercancías en oferta, los precios inevitablemente suben con consecuencias desastrosas para los trabajadores.
Los capitalistas y sus partidarios en la clase media alta meritocrática son ciegos a las consecuencias sociales y morales de estas crisis para la clase trabajadora.
Si no se lucha para protegernos de los estragos gemelos de los altos precios y el desempleo, más trabajadores se verán sumidos en una pobreza más profunda y la clase trabajadora en su conjunto puede empezar a desgarrarse.
Corresponde a la clase trabajadora liderar la lucha para defender los intereses de los millones de productores explotados. Los sindicatos han liderado en el pasado —y pueden hacerlo de nuevo— una lucha por la plena protección del costo de vida en todos los convenios sindicales y para todas las prestaciones del gobierno, de modo que cuando los precios suban, nuestros salarios suban automáticamente. Los patrones aullarán que no tienen los fondos para permitirse eso, como lo hacen cada vez que los trabajadores nos defendemos. Pero esto solo refleja el hecho de que toda lucha de clases es una lucha política y que los trabajadores debemos tomar el poder político en nuestras propias manos.
Las huelgas de hoy, muchas de las cuales han sido destacadas en el Militante, son el punto de partida para enfrentar la ofensiva patronal. Los sindicatos pueden movilizar el apoyo de los trabajadores, ayudar a lograr más victorias y, en el proceso, aumentar la confianza y las capacidades de los trabajadores. Forjemos solidaridad con estas luchas sindicales.