Tregua marca avances israelíes contra Hezbolá en Líbano

Por Seth Galinsky
16 de diciembre de 2024
Residentes de Alepo obtienen pan tras captura de la ciudad por rebeldes islamistas con la huida de soldados sirios. Los golpes israelíes a Hamás, Teherán y Hezbolá, que han retirado sus efectivos desplazados en apoyo de dictador Bashar al-Assad, están causando virajes políticos.
Reuters/ /Mahmoud HasanoResidentes de Alepo obtienen pan tras captura de la ciudad por rebeldes islamistas con la huida de soldados sirios. Los golpes israelíes a Hamás, Teherán y Hezbolá, que han retirado sus efectivos desplazados en apoyo de dictador Bashar al-Assad, están causando virajes políticos.

La victoria obtenida por las fuerzas israelíes en Líbano, que obligó a Hezbolá a aceptar el alto el fuego y a retirar sus fuerzas de la frontera israelí, está teniendo un impacto más amplio. Esto se puede ver en los combates que se están desarrollando en Siria, donde la dictadura de Bashar al-Assad —mantenida en el poder con la ayuda de Teherán, Hezbolá y Moscú— ha perdido el control de Alepo.

La guerra en Líbano comenzó el 8 de octubre de 2023, cuando Hezbolá, a instancias de Teherán, atacó el norte de Israel con drones y misiles. Dijeron que lo hacían en “solidaridad” con Hamás, que había asesinado a 1,200 hombres, mujeres y niños en Israel el día anterior. Los escuadrones de la muerte de Hamás también hirieron a miles de personas, tomaron 250 rehenes y violaron y mutilaron a decenas de mujeres. Fue el mayor pogromo antijudío desde el Holocausto.

Los ataques diarios de Hezbolá obligaron a 60 mil ciudadanos israelíes, tanto judíos como árabes, a evacuar sus hogares y granjas en el norte de Israel.

Durante el año transcurrido desde entonces, las fuerzas israelíes respondieron a los ataques de Hezbolá, pero postergaron cualquier operación mayor en Líbano.

Luego, en una acción que tomó a Hezbolá por sorpresa, miles de beepers y walkie-talkies —comprados sin saberlo de una empresa creada por el Mossad— explotaron el 17 y el 18 de septiembre. Estas operaciones mataron a más de 30 cuadros y líderes del grupo terrorista e hirieron a otros miles de ellos.

Estos fueron seguidos con ataques aéreos, incluido uno el 27 de septiembre que mató a Hassan Nasrallah, el líder central de Hezbolá. Soldados israelíes iniciaron ataques terrestres en el sur de Líbano el 1 de octubre.

Teherán disparó 180 misiles balísticos contra Israel en represalia por la muerte de Nasrallah, dañando más de 100 viviendas y matando a un palestino en la Ribera Occidental. Aunque la mayoría de los misiles fueron interceptados, el ataque demostró el peligro que representa Teherán para los judíos y para Israel, especialmente si el régimen adquiere armas nucleares.

El 25 de octubre, Israel respondió con un ataque que destruyó los principales sistemas antimisiles de Teherán, fábricas esenciales para la construcción de misiles balísticos iraníes y un sitio clave para sus esfuerzos para desarrollar armas nucleares.

Poco después, Hezbolá, a instancias de Teherán, abandonó su demanda de que Israel cesara su guerra contra Hamás como condición para aceptar un alto el fuego.

En el momento del alto el fuego, Israel había matado a 3,500 libaneses, entre ellos al menos 900 civiles. Otras 886 mil personas huyeron de las zonas de combate y 99 mil viviendas resultaron dañadas.

Israel desafió presión de EEUU

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu dijo que otra razón para el cese el fuego era “dar un respiro a nuestras fuerzas y reponer las reservas”. Se refería en parte a la incesante presión del gobierno de Joseph Biden sobre Israel para que ponga fin a la guerra en Gaza antes de que Hamás sea destruida, deje de atacar a Hezbolá y se abstenga de atacar instalaciones nucleares en Irán.

Aunque el gobierno capitalista de Israel necesita y busca el apoyo del imperialismo estadounidense, Netanyahu sabe que no se puede contar con ese apoyo. El único objetivo de Washington en la región es promover los intereses económicos y políticos de la clase dominante estadounidense, no defender a los judíos.

El 21 de noviembre, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de detención contra Netanyahu y el ex ministro de defensa israelí Yoav Gallant, alegando que habían cometido “crímenes de guerra” en Gaza.

El tribunal vinculado con la ONU fue creado por los gobiernos de la Unión Europea y otros en 2002, pero su autoridad nunca ha sido reconocida por Washington ni por los gobiernos de China, Israel o Rusia, ni de otros 65 estados miembros de la ONU.

El tribunal no tiene poder para hacer cumplir sus órdenes. Depende de los estados miembros para que cumplan su voluntad.

Por supuesto que esto no sucederá, pero la falsa equivalencia hecha por el tribunal entre Hamás, cuyo objetivo declarado es la destrucción de Israel y la masacre o expulsión de todos los judíos, e Israel, que defiende la seguridad de un refugio para los judíos, es una señal de la profundidad del odio antijudío en todo el mundo en medio de la creciente crisis capitalista.

El gobierno israelí es el único estado del mundo que defiende a los judíos de ataques, con las armas en la mano. Al mismo tiempo, esa lucha se ve debilitada por el hecho de que Israel es un estado capitalista. El odio a los judíos, intrínseco a la época imperialista, continuará a menos que la clase trabajadora tome el poder político, en Israel y Palestina, en todo el Medio Oriente, en Estados Unidos y en todo el mundo.