Animado lanzamiento en La Habana

Por Rachele Fruit
y Philippe Tessier
31 de marzo de 2025
Miembro del público participa en debate en la presentación de Los cosméticos, la moda y la explotación de la mujer en la Feria Internacional del Libro de La Habana. En primera plana, la general de brigada Teté Puebla y el comandante Víctor Dreke.
Militante/Jonathan SilbermanMiembro del público participa en debate en la presentación de Los cosméticos, la moda y la explotación de la mujer   en la Feria Internacional del Libro de La Habana. En primera plana, la general de brigada Teté Puebla y el comandante Víctor Dreke.

LA HABANA — “¿Cómo se aprovechan las ‘industrias’ capitalistas de cosméticos y modas de las inseguridades emocionales, sexuales y económicas de las mujeres y los adolescentes para sacar ganancias?”

Esa interrogante fue el tema central de un animado intercambio entre panelistas y el público en el lanzamiento, celebrado el 18 de febrero, de la nueva edición de Los cosméticos, la moda y la explotación de la mujer,  publicada por la editorial Pathfinder. El nuevo título, disponible en inglés, español y ahora francés, fue presentado como parte de la Feria Internacional del Libro de La Habana, el mayor festival cultural de Cuba, que duró 10 días. Se realizó en el Centro Cultural Dulce María Loynaz.

Entre los asistentes había lectores desde hace muchos años de libros publicados por Pathfinder, así como personas que se enteraban de estos libros por primera vez. Varios de ellos expresaron su sorpresa y alegría al encontrar entre el público a dos dirigentes históricos de la Revolución Cubana.

Una de ellos era la general de brigada Delsa “Teté” Puebla, quien fue segunda al mando del Pelotón Femenino Mariana Grajales del Ejército Rebelde. Bajo el liderazgo de Fidel Castro, el Ejército Rebelde dirigió la lucha popular que en 1959 derrocó a una dictadura respaldada por Washington y abrió paso a la primera revolución socialista en América. El otro “histórico” en el público era el comandante Víctor Dreke, combatiente del Ejército Rebelde y uno de los dirigentes de los voluntarios internacionalistas cubanos que combatieron en el Congo y en Guinea-Bissau a mediados de los años 60.

Al dar inicio al programa, al que asistieron unas 30 personas, el moderador Martín Koppel, editor de Pathfinder, señaló que “aunque esta es la cuarta edición, en realidad es un libro nuevo”. Contiene un nuevo prefacio y capítulo inicial escritos por Mary-Alice Waters, presidenta de Pathfinder y dirigente veterana del Partido Socialista de los Trabajadores.

Los otros autores del libro son Joseph Hansen y Evelyn Reed. Hansen fue un dirigente central del PST por cuatro décadas. Reed, quien asumió muchas responsabilidades en el partido a lo largo de los años, incluyendo como parte de la dirección editorial de la redacción del Militant, escribió numerosas obras sobre el origen de la opresión de la mujer y la lucha por su emancipación.

El evento comenzó con las palabras de Esther Pérez, quien tradujo la edición en español. Pérez es reconocida en Cuba como traductora, editora, escritora y educadora. “Esther también es una compañera con la que Pathfinder y miembros del Partido Socialista de los Trabajadores hemos trabajado desde principios de los años 60”, dijo Koppel al presentarla.

El capital se apropió del adorno

Los cosméticos, la moda y la explotación de la mujer  “no habla del uso o no uso que haga alguien de los cosméticos. Habla de cómo el capitalismo se apropia de ello”, dijo Pérez.

“Desde los primeros seres humanos, se utilizaron diversas formas de adornar el cuerpo, marcas que denotaban su pertenencia a un grupo étnico o etario o a un sexo. El capitalismo transformó la función del adorno convirtiéndolo en la industria de los cosméticos. Y las mujeres fueron las primeras víctimas de ese mercado”, dijo.

“Pero el capitalismo siempre busca nuevos mercados. No se detiene con las mujeres, o siquiera con los hombres. Hoy se amplía hacia lo que considera un nuevo nicho: los niños y las niñas”, dijo, ante el asentimiento de miembros del público. Este es uno de los puntos explicados en el primer capítulo de Los cosméticos, la moda y la explotación de la mujer.

Pérez puso el caso del fármaco eflornitina, que se desarrolló en los años 90 para tratar la enfermedad del sueño, que ha matado a decenas de miles de personas en África. Después de unos años, la gigantesca empresa Aventis dejó de fabricarlo porque su mercado africano no le rendía suficientes ganancias. En cambio, los capitalistas descubrieron que era más rentable vender un producto prácticamente idéntico con el nombre de Vaniqa, una crema que reduce el vello facial femenino. Solo en el 2001 se reanudó la producción de la eflornitina para usos médicos, después de que otros miles de africanos murieran de la enfermedad del sueño.

“Hasta ahí llega el capitalismo: prefiere venderle ‘belleza’ a las mujeres antes de salvar vidas”, dijo Pérez.

Fetiche de cosméticos

La otra panelista fue Mary-Alice Waters. El libro, dijo Waters, describe cómo el capitalismo “convierte no solo los cosméticos sino todas nuestras relaciones económicas y sociales en mercancías para ser compradas y vendidas”.

Uno de los artículos más valiosos del libro, ella señaló, es “El fetiche de los cosméticos”, de Joseph Hansen. Él explica que los cosméticos y la ropa se distinguen de otras mercancías por el hecho de que “se le adjuntan relaciones sexuales. Y eso lo usan los ‘mercaderes de la belleza’ para aumentar sus ganancias, explotando ante todo las inseguridades económicas y sexuales de las mujeres y los adolescentes”.

Hoy día, dijo Waters, “siguen aumentando, de manera astronómica, los recursos que las empresas capitalistas dedican a la publicidad y a la creación de mercados: o sea, a la creación de ‘necesidades’ que no existen de forma natural. A los desdichados ‘consumidores’ —¡incluso a niños más y más jóvenes!— les imponen sin tregua ‘cosas’ que tienes que  tener para ser feliz.

Bajo el dominio capitalista dijo, “la internet y las mal llamadas ‘redes sociales’ se han convertido en herramientas nuevas y más poderosas, con las cuales la ideología, los valores morales y las mercancías capitalistas invaden nuestra vida cada minuto del día”.

Los cosméticos, la moda y la explotación de la mujer  nos ayuda a comprender que la opresión de la mujer “no es producto de nuestra condición biológica”, dijo Waters. “Es una relación económica, social, producto de la sociedad de clases”.

“Hoy estamos viviendo el inicio de lo que serán muchos años de convulsiones económicas, financieras y sociales, batallas de clases y guerras, a nivel mundial”, dijo Waters, luchas que involucrarán a millones de trabajadores en Estados Unidos y el mundo. 

Este nuevo libro, dijo, “nos dará armas para la única batalla que podrá abrir paso a la igualdad de la mujer y a un futuro para la humanidad: la batalla para resolver a nivel mundial cuál clase va a gobernar”. (Ver el texto de las palabras de Waters.)

Muchas manos levantadas

Muchas personas levantaron la mano al comenzar el período de discusión. Una miembro del público respondió al comentario en el libro de que “en África, Asia y Latinoamérica, el canto de sirena del fetiche de la mercancía es un arma imperialista sin igual”.

Ella señaló que, si bien las mujeres y los negros han logrado enormes avances gracias a la revolución socialista cubana, “hoy sentimos más la influencia de las redes digitales, que promueven cosas terribles como productos de blanqueamiento de la piel para mujeres —y hombres— afrodescendientes. Y los que tienen más dinero son los que pueden comprar cosméticos importados, así que esto además refuerza las desigualdades sociales”.

“A propósito,” añadió, “yo le digo redes digitales, y no ‘redes sociales’, porque no tienen nada de social en sentido positivo”.

Otra participante comentó que la forma en que las empresas capitalistas de cosméticos se aprovechan de las inseguridades de las mujeres “no es solo un problema racial, tiene muchas implicaciones. Afecta a las mujeres de tez blanca a las que se les dice que necesitamos estos productos para borrar las manchas oscuras en la piel. O a las jóvenes que quieren parecerse a una u otra actriz famosa. Hay una enorme industria de cirugía estética en Miami, en Colombia y otros países, donde dicen que te ‘transformarán’.

“Yo también siento esas presiones; es subliminal”, dijo. Los promotores de los llamados productos de belleza “encuentran formas de penetrar tu vida para sacar más ganancias. Para mí, lo importante es tu espíritu, tu alma”.

Una joven del público dijo: “Yo trabajo de guía turística y he visto a turistas norteamericanas que no usan cosméticos. ¿Son más conscientes? ¿Es un acto de resistencia?”

“Puede ser en casos individuales”, respondió Waters. “Pero el comercio de los cosméticos siempre saca nuevos productos, y hasta tienen cosméticos que parecen ‘naturales’ para las mujeres que no quieren dar la apariencia de usar maquillaje. La realidad es que en la clase trabajadora, las mujeres —y los hombres— se ven presionadas a lucir de cierta manera, en muchos casos para conseguir y mantener un trabajo.

“Hay resistencia hasta cierto punto, pero vivimos en el capitalismo, y tenemos que poner comida en la mesa para nuestras familias”.

Todas estas son cuestiones de clase, dijo Waters. Y los lectores encontrarán respuestas en Los cosméticos, la moda y la explotación de la mujer.

Para cerrar el evento, Tomasa González, directora del Centro Loynaz, agradeció a los panelistas y recitó un poema de Dulce María Loynaz, una de las poetas cubanas más destacadas de mediados del siglo 20. Muchos miembros del público se quedaron un buen rato en el patio, donde continuaron los intercambios de manera informal, se acercaron a los oradores y adquirieron el libro.