Iraq 1991: ‘Cañonazos iniciales de la 3a Guerra mundial’

14 de julio de 2025
Washington’s 1991 war on Iraq, Jack Barnes said, announced “loud and clear, the conflicts that lie ahead as the imperialist rulers follow the historic logic of their declining world system.”
Alamy Stock Photo/Danita DelimontLa guerra de Washington contra Iraq en 1991, dijo Jack Barnes, fue un anuncio “claro y fuerte, de los conflictos por venir a como los gobernantes imperialistas siguen la lógica histórica de su sistema decadente de explotación y opresión”.

A continuación publicamos un fragmento de la introducción del número 1 de la revista Nueva Internacional que contiene el artículo “Los cañonazos iniciales de la Tercera Guerra Mundial: El ataque de Washington contra Iraq” de Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. El estudio de esta literatura nos ayuda a entender las crisis y las guerras que se están extendiendo mundialmente, a medida que los gobernantes norteamericanos y sus rivales se rearman y realinean sus alianzas para defender su posición en el orden mundial imperialista que se está desintegrando. Copyright ©1991 por New International. Publicado con autorización.

POR JACK BARNES

El bombardeo que duró seis semanas y la invasión de cien horas que Washington y sus aliados realizaron contra Iraq, devastaron a ese país y a su pueblo. En una tierra que había sido semi-industrializada, el ataque dejó a millones sin hogar, sin alimentos y vulnerables a las enfermedades. Esa fue una de las matanzas más despiadadas de la historia moderna. Ahora la dislocación económica cunde también en Turquía, Kuwait y Jordania, dejándose sentir más fuertemente sobre los explotados. Además, la estrangulación de Iraq por medio del bloqueo económico, que ya ha durado más de 10 meses, impide incluso la importación de medicinas, alimentos y herramientas agrícolas. La región se ve amenazada por casos de desnutrición aguda, así como por el cólera y otros horrores epidémicos. …

Sin embargo, lejos de obtener una estupenda victoria, como el presidente de Estados Unidos George Bush proclamara el 27 de febrero, la masiva fuerza blindada norteamericana invasora ni siquiera peleó una guerra. Por el contrario, las fuerzas aliadas imperialistas, tanto en tierra como desde mar y aire, condujeron una masacre militarizada de decenas de miles de iraquíes —obreros y campesinos en uniformes harapientos— que intentaban huir de Kuwait y retornar a Iraq. El régimen de Saddam Hussein los había abandonado en sus trincheras sin brindarles cobertura aérea, privándolos de todo excepto de una estructura mínima de comando, una red de comunicaciones mínima y unas pocas provisiones. Si bien Bagdad trataba de adquirir control sobre el petróleo, territorio y vías fluviales en Kuwait, en realidad nunca intentó librar una guerra contra el imperialismo norteamericano.

Washington, por otro lado, tampoco ha logrado sus objetivos políticos en la región. No solo los regímenes capitalistas sino también el orden imperialista en el Golfo y en el Oriente Medio son hoy día más inestables que antes de agosto de 1990. …

Tras haber logrado una “victoria” militar, el imperialismo norteamericano se está rompiendo los dientes en su intento de conquistar sus objetivos políticos. Esto ha dado paso a amplias divisiones tácticas dentro de los círculos de poder estadounidenses en torno a las decisiones políticas de la administración Bush en el Golfo. El “síndrome de Vietnam” ha sido reforzado; no ha sido echado atrás como se jactara Bush a fines de febrero. Será un poco más difícil, no más fácil, para los gobernantes norteamericanos movilizar un apoyo público a favor de su próxima aventura militar. Les será un poco más difícil a los burócratas sindicales y otros líderes corruptos, que hacen eco de los deseos del gobierno y de las corporaciones, salirse con la suya al exigirle al pueblo trabajador y a los oprimidos que acepten sacrificios, prorroguen huelgas o que pospongan acciones de protesta por razones patrióticas. Los oponentes clasistas del imperialismo y la guerra pueden conquistar un mayor espacio político, ahora mismo.

La guerra y sus consecuencias inmediatas no resolvieron las contradicciones económicas y políticas en Estados Unidos y en el resto del mundo que en primer lugar impulsaron a Washington a emplear su poderío militar.

Más bien, las agravaron. La guerra aceleró la rivalidad que existe entre Washington y las otras potencias imperialistas y acrecentó la posibilidad de que entre ellos se den conflictos más agudos. A las clases dominantes alemana y japonesa les resultó políticamente imposible enviar unidades para participar de la agresión aliada. Sin embargo, por primera vez desde la concentración armada que llevó a la Segunda Guerra Mundial, la guerra del Golfo puso a Bonn y a Tokio en un curso acelerado hacia el uso de sus fuerzas militares en el exterior para fomentar los intereses de sus respectivos estados.

En todo el mundo, el pueblo trabajador enfrenta hoy día una inestable situación de preguerra, no un período estabilizado de posguerra. El ataque de Washington contra Iraq fue la primera de las guerras que marcarán el segmento de la curva histórica del desarrollo capitalista vaticinado por la caída de los mercados de valores en octubre de 1987, desde Nueva York a Tokio, de Bonn a Hong Kong. Hoy día, el capitalismo no solo está marchando hacia más guerras sino al mismo tiempo avanza dando traspiés hacia una depresión y crisis social a nivel mundial. Vamos a ver una agudizante dislocación económica capitalista dentro de la cual una sacudida o un fracaso parciales —un colapso del sistema bancario, una aguda recesión en uno de los principales países industrializados, una explosión inflacionaria, el fracaso masivo de una cosecha— podrían desatar un colapso de la producción industrial mundial. …

Como resultado, los patrones intentarán exprimirle más el jugo a centenares de millones de esclavos de la deuda en el mundo semicolonial. En sus propios países van a arremeter con mayor fuerza contra el nivel de vida de la clase trabajadora e impulsarán una mayor intensificación de la producción en las minas, plantas y fábricas. Van a ampliar sus intentos de socavar los derechos y las libertades democráticas, y de debilitar y restringir el espacio con el que cuentan la clase obrera y sus organizaciones para desarrollar la acción política independiente.

Por lo tanto, la guerra de Washington contra Iraq fue un anuncio, claro y fuerte, de los conflictos por venir a como los gobernantes imperialistas sigan la lógica histórica de su sistema decadente de explotación y opresión: una perspectiva que, quieran o no quieran, conduce hacia la tercera guerra mundial.

Para el pueblo trabajador del mundo entero, para los combatientes clasistas de vanguardia y para ese sector de la vanguardia obrera formado por comunistas, estas evaluaciones políticas son decisivas para trazar un rumbo que haga avanzar la marcha histórica de nuestra clase. El futuro de la humanidad depende de la organización política independiente de los oprimidos del mundo para ofrecer resistencia a la devastación que los gobernantes intentan imponernos. Depende de nuestra capacidad para luchar, para ganar batallas revolucionarias y para arrebatarles los poderes bélicos a los explotadores y opresores, y establecer gobiernos de obreros y campesinos. El que se desaten o no los horrores inconcebibles de una tercera masacre imperialista mundial se decidirá en el transcurso de tremendas batallas de clase y sus desenlaces en los años venideros. Queda en nuestras manos, las manos de los obreros del mundo, impedir las calamidades hacia las que el imperialismo marcha y avanza dando traspiés. Nuestra oportunidad vendrá.