El pueblo ucraniano está resistiendo algunos de los más fuertes bombardeos desde el inicio de la guerra de Moscú y está luchando tenazmente para repeler la invasión. El presidente ruso Vladímir Putin pretende desmoralizar a los trabajadores paralizando los suministros de energía de Ucrania mientras se acerca el invierno, pero solo logra alentar la voluntad para resistir.
Es la guerra terrestre más grande en Europa desde 1945. Ha puesto en marcha realineamientos entre las potencias capitalistas del mundo y ha agravado la crisis económica mundial. El Kremlin está apostando a sus mayores recursos militares para desgastar a los ucranianos y sus partidarios e inclinar la balanza a su favor.
En una señal de que las fuerzas ucranianas están manteniendo el control de la ciudad de Bakhmut en la región oriental de Donbás, el presidente Volodymyr Zelensky realizó una visita sorpresa allí el 20 de diciembre. La ciudad está en ruinas tras meses de los bombardeos rusos y quedan pocos civiles en ella.
Montones de misiles y drones rusos atacaron repetidamente la infraestructura eléctrica en el este y el sur de Ucrania a mediados de diciembre, dejando a millones en la oscuridad, sin calefacción ni agua. Los trabajadores de rescate y de servicios públicos se apresuraron a reparar los daños. Las autoridades están construyendo “centros de invencibilidad” en los vecindarios para que la gente se reúna para calentarse, compartir noticias y recargar dispositivos electrónicos.
También continúan aumentando los llamados de políticos burgueses desde Washington hasta París para presionar a los gobernantes ucranianos para que apoyen las conversaciones de “paz”, que ceden territorio al régimen de Moscú. El ex secretario de estado norteamericano Henry Kissinger dijo el 17 de diciembre que Washington necesita la ayuda de Moscú para mantener el orden mundial imperialista. Hizo un llamado a negociaciones para regresar a las “líneas divisorias previas a la guerra”, que aceptaría la ocupación de Crimea y partes del este de Donbás en las que separatistas controlados por Moscú tomaron control de las autoridades ucranianas en 2014.
Potencias imperialistas se rearman
“La invasión rusa de Ucrania” ha “sacudido los cimientos del orden internacional”, dijo el gobierno japonés el 16 de diciembre al anunciar su mayor expansión militar desde la segunda guerra mundial imperialista. Tokio planea duplicar el gasto militar adquiriendo misiles de largo alcance, buques de guerra y aviones de combate. Dicen que es necesario para contrarrestar el “mayor desafío estratégico planteado por China”.
En Japón se encuentran apostados 54 mil soldados estadounidenses, el mayor contingente permanente de fuerzas norteamericanas en el exterior. Tokio se está deshaciendo de restricciones constitucionales sobre el uso de sus fuerzas armadas impuestas por los gobernantes norteamericanos tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial cuando Washington pretendió imponer su dominio en el Pacífico.
Los gobernantes alemanes están reduciendo apresuradamente su dependencia al suministro energético ruso que ha existido durante décadas. Putin esperaba usar esa dependencia para minimizar la oposición en Alemania y en otras partes de Europa a su invasión.
El gas natural líquido importado será utilizado para sustituir los suministros de gas ruso cortados por Moscú o bloqueados por las sanciones encabezadas por Washington. En Septiembre Berlín tomó control de tres refinerías de petróleo propiedad del gigante petrolero ruso Rosneft.
La guerra de Putin pretende aplastar la independencia de Ucrania y restablecer el Gran Imperio Ruso. Los gobernantes zaristas impusieron el dominio de Moscú sobre grandes áreas y pueblos en Europa oriental y Asia Central.
La conquista del poder por trabajadores y campesinos durante la Revolución Rusa de 1917 abrió la puerta a la liberación de millones subyugados en la cárcel de naciones zarista. Dirigido por V. I. Lenin y los bolcheviques, el nuevo gobierno revolucionario promovió el derecho de las nacionalidades oprimidas a la autodeterminación, incluida Ucrania. Esto hizo posible el florecimiento de sus culturas, la fundación de la Unión Soviética como federación voluntaria y la lucha para erradicar todas las expresiones del chovinismo gran ruso.
Pero estas conquistas fueron anuladas por una contrarrevolución política dirgida por José Stalin en la década de 1930. Ucrania restableció su independencia solo después de la caída del régimen estalinista en 1991.
Mientras Putin intenta reconquistar Ucrania, su guerra está despertando la lucha de la clase trabajadora en su país.
Las protestas en Daguestán, Tyva, Bashkortostán y otras regiones contra el despliegue de reclutas han sido encabezadas por sus madres y esposas. A mediados de noviembre, las mujeres protestaron frente a las oficinas del ejército ruso desde San Petersburgo hasta Ulyanovsk por el trato que reciben sus familiares reclutados.
“Exigimos que los consejos de madres y esposas de cada ciudad puedan inspeccionar las unidades militares donde se está realizando la movilización para averiguar si están siendo entrenados adecuadamente y si se han establecido comisiones médicas”, dijo Olga Tsukanova a la prensa. Tsukanova es la madre de un recluta de 20 años de edad procedente de Astacrán. Es cofundadora del Consejo de Madres y Esposas de Soldados. “También exigimos el inicio de conversaciones de paz”.
Tsukanova y otras dos miembros del Consejo fueron arrestadas el 8 de diciembre por “sospecha de contrabando de drogas”, y una de ellas fue investigada por distribuir material “extremista”. Todas fueron puestas en libertad pocas horas después.
“Nos tienen miedo y están atacando a las mujeres que están tratando de proteger a sus hijos”, escribió Tsukanova.