¡Saludos de Año Nuevo a nuestros lectores tras las rejas!
El Militante continuará diciendo la verdad sobre las condiciones que ustedes enfrentan y seguirá poniendo en sus manos noticias sobre las luchas del pueblo trabajador en todo el mundo. ¡Qué año fue el 2022! Millones de personas salieron a las calles a defenderse.
Desde la valiente defensa por el pueblo ucraniano de la soberanía de su nación contra la invasión de Moscú , hasta los trabajadores en Rusia que protestan contra la guerra. Desde los trabajadores y jóvenes en Irán que resisten los ataques de los matones del gobierno, hasta los miles de trabajadores aquí que están utilizando sus sindicatos para realizar huelgas por mejores salarios y condiciones. Desde los camioneros en Corea del Sur que exigen tarifas que les permitan trabajar de manera segura, hasta trabajadores en Mongolia que protestan contra los precios descontrolados y el robo por el gobierno.
Todo esto es de buen augurio para forjar un movimiento y un partido capaz de dirigir a nuestra clase a reemplazar el gobierno capitalista con uno de trabajadores y agricultores.
Hay casi 2 millones de personas encerradas en 1566 prisiones estatales, 102 prisiones federales, 2850 cárceles locales, 1510 instituciones “correccionales” juveniles, 186 centros de detención y 82 cárceles en las reservas de nativos americanos. Además, existen prisiones militares y prisiones en colonias norteamericanas como Puerto Rico. Un número cada vez mayor de mujeres están tras las rejas, muchas por delitos de drogas, otra señal de la decadencia del capitalismo.
Las prisiones norteamericanas son el verdadero rostro del sistema de “justicia” criminal capitalista, organizado para intimidar al pueblo trabajador y desmoralizar a los encarcelados.
Las nuevas reglas de correo permiten que los presos solo reciban copias escaneadas (a menudo mal hechas) de las cartas de sus seres queridos. Las autoridades a menudo impiden que los reclusos obtengan la literatura de su elección.
Alrededor del 8 por ciento de las prisiones son privadas, en las cuales, el afán por maximizar las ganancias, le da a los patrones un incentivo aún mayor para imponer condiciones inhumanas.
“Los carceleros quieren destruirte. Quieren quebrantar tu integridad física, moral y mental”, explicó René González, uno de los cinco revolucionarios cubanos que pasó más de una década en prisiones en Estados Unidos por cargos amañados del FBI.
Ante la creciente oposición al régimen de aislamiento, una flagrante violación de la prohibición de castigos crueles e inusuales garantizada en la Constitución, algunos estados han comenzado a restringir su uso. Pero muchos siguen encerrados en pequeñas celdas, durante 22 horas al día en promedio. ¡Casi mil presos han estado en confinamiento solitario durante una década o más!
El uso de la pena de muerte descendió de su punto más alto de 98 ejecuciones en 1999 a 17 en 2022. La lucha para poner fin a esta práctica inhumana continúa.
A medida que la lucha de clases se intensifica, la clase dominante recurrirá cada vez más a métodos barbáricos. Su mensaje al pueblo trabajador: ¡Quédense en su lugar o enfrentarán las consecuencias!
Mariia Shemiatina y Boris Shevchuk gozaron de primera mano la “justicia” capitalista norteamericana. Huyendo de Rusia para evitar el encarcelamiento por oponerse a los ataques asesinos de Moscú contra Ucrania, solicitaron asilo en Estados Unidos. En cambio, policías de inmigración los encadenaron y los enviaron a centros de detención donde estuvieron encerrados durante meses, maltratados por los guardias y sin atención médica adecuada hasta que finalmente fueron liberados bajo fianza.
Al gobierno norteamericano no le importa la presunción de la inocencia. Más del 97 por ciento de los acusados de delitos penales federales se ven forzados a llegar a un acuerdo con los fiscales, haciendo burla de su derecho constitucional a un juicio con un jurado de sus pares. La defensa de estas libertades fundamentales está hoy al centro de la lucha de clases.
Para los gobernantes capitalistas de Estados Unidos, todos los trabajadores son parte de una clase “criminal”. La moral capitalista es la ley de la selva: sálvese quien pueda, valores que son ajenos al pueblo trabajador. Todos los lectores de Militante, sin importar de qué lado de los muros de la prisión nos encontremos, podemos unirnos para aumentar la confianza en nosotros mismos, la disciplina, la solidaridad, el espíritu de lucha y la conciencia de la clase trabajadora.
Nuestro éxito se mide por lo que logramos juntos. Eso comienza con educarnos a nosotros mismos. El Militante se enorgullece de ofrecer suscripciones de tarifa reducida a los presos. Libros de líderes revolucionarios de la clase obrera publicados por la editorial Pathfinder se pueden obtener con una tarifa especial de 50 por ciento de descuento. Ustedes también pueden instar al bibliotecario de la prisión a que los ordene.
Muestre el Militante y los libros a sus familiares y amigos. Anímelos a llevar solidaridad a las líneas de piquetes sindicales y a unirse a las protestas para apoyar a los pueblos de Ucrania e Irán.