VISALIA, California — Tres años de sequía y ahora inundaciones por fuertes lluvias han tenido un impacto severo en las condiciones y medios de subsistencia de agricultores y trabajadores en el Valle de San Joaquín, una de las áreas agrícolas más productivas del mundo.
Esto no es resultado de desastres naturales, sino del afán de lucro del sistema capitalista y sus crisis.
Pequeñas fincas y casas, con pozos de agua contaminada, y algunos secos, son comunes junto a enormes y verdes huertas de almendros, alfalfa y cítricos. Esto expone una clara diferenciación de clases. Los acaudalados agricultores dueños de miles de acres perforan pozos más profundos o tienen derechos de agua para acceder a los canales de irrigación que traen agua de las montañas de la Sierra Nevada.
Los grandes terratenientes tienen contratos para transportar gran parte del agua del delta de Sacramento-San Joaquín y son dueños de partes de las empresas de canales que entregan el agua del río King a las granjas.
Es un mundo diferente para los que cultivan solo unas cuantas acres o trabajan en las industrias del área o en los campos.
“El condado nos entrega agua porque el agua de nuestro pozo está contaminada”, dijo al Militante Sergio Caballos, quien vive en Tooleville, una comunidad de unas doscientas personas en el condado de Tulare, mientras se preparaba para ir a su trabajo de camionero llevando y sacando materiales de las granjas.
Señalando el pozo al final de la cuadra, dijo: “Ese pozo se secó el año pasado. Creo que tiene menos de 400 pies de profundidad. Nuestros problemas comenzaron cuando dos granjeros vecinos perforaron uno de 800 pies y nos quedamos sin agua”. Su hermano, quien cultiva limones en seis acres, paga más por el agua que los ingresos que obtiene de su cultivo.
Gobierno: agua está contaminada
Una auditoría gubernamental de la Junta Estatal de Control de Recursos Hídricos de 2022 informó: “Casi un millón de californianos podrían sufrir resultados negativos de salud de largo plazo, incluso un mayor riesgo de problemas hepáticos y renales, así como de cáncer, porque reciben agua potable no segura de un sistema de agua deficiente”.
Martín Jiménez, quien vive en 16 acres al oeste de Visalia, se las arregla con jarras de agua de 5 galones entregadas por el condado. Las autoridades planean colocar un filtro en su pozo porque los nitratos de la granja de ganado al otro lado de la calle se filtraron al agua subterránea.
El pozo de Brand Vang se secó y tuvo que perforar uno nuevo de 300 pies de profundidad que costó 37 mil dólares. “Tuve suerte, porque poco después los precios de perforación aumentaron considerablemente”, dijo al Militante. Él vende verduras que cultiva en cinco acres cerca de Fresno en el Visalia Farmers Market.
“Durante los últimos 10 años, mi pozo ha venido bajando un promedio de seis pies por año”, dijo Jim Van Foeken. Cultiva 30 acres de cítricos en Ivanhoe. “Una buena lluvia no soluciona la sequía y con la inflación, en el mejor de los casos cubrimos los gastos. Ustedes están en aprietos como trabajadores y yo como agricultor”, le dijo a este corresponsal obrero después de que le describí las condiciones que los trabajadores de fábricas como yo enfrentamos hoy.
El Valle de San Joaquín y el Valle de Sacramento producen el 25 por ciento de los alimentos en Estados Unidos, así como el 40 por ciento de las frutas y nueces.
El Valle de San Joaquín es una estepa semiárida donde casi el 90 por ciento del agua superficial de los canales de riego y un acuífero subterráneo se utiliza para la agricultura. La sequía ha obligado a los agricultores a aumentar el bombeo del acuífero para regar los cultivos. El 90 por ciento de los residentes del valle también dependen únicamente del agua del acuífero. El hundimiento de la tierra debido a la caída del nivel freático es un problema creciente.
Frank Ferreira tiene una finca de 30 acres al oeste de Visalia que cultiva ensilaje de maíz y trigo. “Los grandes quieren perjudicar a todos. Quieren que el pequeño se de por vencido”, dijo. “Usan muchísima agua. Tienen tres, cuatro, cinco personas que llenan solicitudes de agua y reciben el 90 por ciento de ella”.
Crisis de trabajadores agrícolas
Hablamos con una decena de trabajadores agrícolas que estaban comiendo pescado frito afuera de una de sus casas, aprovechando un día libre porque los campos estaban demasiado lodosos. Les pagan el salario mínimo de $15.50.
Uno de ellos, que trabaja en un huerto de almendros, dijo que cuando la temperatura supera los 95 grados, los envían a casa sin paga. La tasa de desempleo aquí está entre las más altas de cualquier área metropolitana del país. Exacerbando la falta de empleos está la decisión del estado de pagar a los agricultores $2.5 millones para que dejaran 531 mil acres sin sembrar el año pasado.
Hay 20 mil granjas en el Valle de San Joaquín. En todo el estado, más de la mitad de todas las tierras de cultivo pertenecen al 5 por ciento de los agricultores.
Las decisiones sobre qué cultivos cosechar están determinadas por lo que se puede comercializar de manera más rentable. Los huertos de almendras y pistachos, principalmente para la exportación, alcanzan un alto precio en estos días y se han expandido rápidamente. Las granjas de uva, alfalfa y cítricos están ubicadas junto a grandes operaciones lecheras.
La empresa J.G. Boswell Company cultiva 150 mil acres en el Valle Central de California. Junto con Bill Gates y Ted Turner, Boswell es uno de los 10 propietarios agrícolas capitalistas más grandes de Estados Unidos, y usa su influencia para monopolizar el acceso al agua. En una entrevista de 1989, Boswell prometió “dedicar su vida a defender” su control sobre este recurso vital.
El reciente diluvio en California que resultó en grandes inundaciones expuso el hecho de que durante décadas el gobierno no ha hecho prácticamente nada para construir una infraestructura para la protección contra las inundaciones, o represas y embalses para capturar la lluvia.
El aguacero “podría haber llenado un depósito del tamaño del Hetch Hetchy de Yosemite casi cada 24 horas”, señaló un editorial del Wall Street Journal el 17 de enero. “En cambio, casi el 95 por ciento de las aguas pluviales del Delta este año se ha vertido en el Océano Pacífico”.