Ucranianos resisten ataques asesinos de Putin

Apoye independencia, soberanía de Ucrania

Por Roy Landersen
13 de febrero de 2023
“Ucrania: no nuestros enemigos sino nuestros hermanos”, dice cartel de mujer en monumento a poeta ucraniana Lesya Ukrainka en Moscú, 21 de enero. Ofrendas en 50 ciudades contra ataque de Moscú a edificios de apartamentos en Dnipro muestran oposición a guerra de Putin.
Reuters/Stringer“Ucrania: no nuestros enemigos sino nuestros hermanos”, dice cartel de mujer en monumento a poeta ucraniana Lesya Ukrainka en Moscú, 21 de enero. Ofrendas en 50 ciudades contra ataque de Moscú a edificios de apartamentos en Dnipro muestran oposición a guerra de Putin.

El presidente ruso Vladímir Putin está convirtiendo su invasión de Ucrania que ya lleva casi un año en una larga guerra de desgaste con ataques aéreos y de artillería sistemáticos contra objetivos civiles. Está aumentando los niveles de tropas y armamento para una nueva ofensiva cuando mejore el clima.

Los ataques de su régimen contra áreas urbanas densamente pobladas se parecen a los ataques imperialistas de Washington durante la Segunda Guerra Mundial, como el bombardeo incendiario de Dresden en Alemania y de Tokio. Estos ataques, como el de Putin en Dnipro y otras ciudades, no tenían ningún objetivo militar. Su meta era la muerte, destrucción y desmoralización.

Pero los ataques por Moscú no han logrado desmoralizar a los trabajadores ucranianos que siguen decididos a resistir y defender la independencia de su país.

El ejército del Kremlin ha sufrido decenas de miles de bajas en ataques por lo general infructuosos en el este de Ucrania, utilizando trabajadores reclutados y ex prisioneros como carne de cañón. Su objetivo sigue siendo conquistar toda Ucrania y su pueblo. Putin pretende aprovechar las divisiones entre los gobernantes norteamericanos y sus aliados que respaldan a Kyiv.

Meses de ataques con drones y misiles que han destruido infraestructura y viviendas en ciudades ucranianas han atascado la producción y dejado a millones de personas con esporádicas interrupciones de electricidad y calefacción en temperaturas bajo cero.

La clase trabajadora sigue siendo la columna vertebral de la defensa. Cuadrillas de ingenieros y trabajadores de mantenimiento trabajan muchas horas en condiciones peligrosas para restaurar las redes eléctricas.

“Cierro mis ojos [a esto] y sigo trabajando”, dijo Roman Horbatyuk, de 39 años al Wall Street Journal. Él fue atacado mientras reparaba líneas eléctricas.

“Somos un batallón de electricistas”, dijo Volodymyr Ovdei, de 64 años, al Wall Street Journal. Algunos electricistas jubilados han regresado a trabajar para reemplazar a los cientos que se han unido a las fuerzas armadas.

Al mismo tiempo, los trabajadores se enfrentan a los ataques de los patrones que con el respaldo del gobierno capitalista de Zelensky buscan sacar ganancias de la guerra. Los conductores de trolebuses en Jarkov reciben los salarios más bajos del país, alrededor de 45 grivnas (1.22 dólares) por hora, escribió un conductor de nombre Vitaliy en un pedido de ayuda a los sindicatos, periodistas y partidarios internacionales el 19 de enero.

“Durante muchos años han habido problemas con violaciones generalizadas de las normas de seguridad, la ley laboral y los salarios en nuestras empresas”, dijo. Los conductores tienen que cubrir los gastos de las reparaciones de los trolebuses.

“Algunos conductores trabajan de 14 a 16 horas al día”, obligados a ignorar las reglas sobre descanso y turnos, dijo Vitaliy. Esto es peligroso tanto para los conductores como para los pasajeros. Están presionados a seguir conduciendo durante los ataques aéreos y el fuego de artillería.

Él dice que a pesar de estar exentos del servicio militar obligatorio como “trabajadores de infraestructura crítica”, muchos conductores se han ofrecido como voluntarios para ir al frente.

Los sindicatos independientes del país, organizados en la Confederación de Sindicatos Libres de Ucrania, continúan movilizándose para brindar ayuda a los trabajadores y soldados en los frentes. Después que los mineros y otros en la ciudad de Hirnyk en la región de Donetsk, donde se encuentra la mina Kurakhivska, fueran alcanzados por fuego de artillería rusa el 14 de enero, la confederación ayudó a reparar las casas de los mineros y la oficina sindical y brindó ayuda a las familias del área.

Rusos exigen ‘¡No a la guerra!’

Miles de emigrados rusos en más de 60 ciudades de todo el mundo se unieron a manifestaciones el 21 de enero coreando “No a la guerra” y “Libertad a los presos políticos”. Las protestas fueron organizadas por partidarios de Alexei Navalny, el más destacado opositor burgués de Putin, que fue encarcelado hace dos años.

“Vine aquí porque no apoyo el régimen político de mi país y creo que la guerra debe terminar”, dijo Yulia al Moscow Times en un mitin de varios cientos de personas en Belgrado, la capital de Serbia.

En una serie de cartas abiertas a Putin en las últimas dos semanas, cientos de médicos rusos, unos 50 abogados y la misma cantidad de políticos condenaron el confinamiento solitario de Navalny. Exigieron que se le diera acceso a tratamiento médico.

En respuesta al ataque con misiles rusos el 15 de enero a un complejo de apartamentos en Dnipro que dejó decenas de muertos y heridos, muchos trabajadores rusos protestaron contra la guerra. En Moscú, han colocado flores y juguetes para niños en el monumento a la escritora ucraniana Lesya Ukrainka en el bulevar Ukrainsky. También colocaron una foto del bloque de viviendas destruido. Aunque la policía detuvo a varias personas, incluido un transeúnte que paseaba a su perro, siguen apareciendo más ofrendas florales.

Se han colocado memoriales similares en sitios culturales ucranianos en San Petersburgo y otras ciudades.

“Ucrania: no nuestros enemigos, sino nuestros hermanos”, decía un cartel que sostenía Ekaterina Varenik, abogada de 26 años, frente a la estatua de Ukrainka el 21 de enero. Le dijo al New York Times que “la represión de Putin se ponía cada vez peor y cada vez más estricta” día tras día. Pero se mantuvo desafiante durante media hora antes de ser arrestada.