Declaración emitida el 29 de noviembre por John Studer, director de la campaña nacional del Partido Socialista de los Trabajadores.
Desde el 7 de octubre, cuando Hamás lanzó su pogromo contra judíos en Israel, el gobierno imperialista democrático de Washington ha actuado para defender los intereses de clase de los gobernantes estadounidenses contra todos los demás, con el respaldo de sus partidos Demócrata y Republicano. El desmantelamiento de la maquinaria asesina de Hamás para detener más masacres de judíos no tiene peso en el rumbo que sigue Washington, ni tampoco lograr la libertad de los rehenes israelíes o aliviar las condiciones de los palestinos en Gaza que Hamás provocó con su pogromo.
Los gobernantes estadounidenses utilizan su poder militar para proteger sus intereses económicos y políticos. Actúan para apuntalar sus mercados, ganancias y alcance contra todos sus rivales e imponer la “estabilidad” que su clase necesita para tratar de mantener su posición dominante en el mundo.
Quizás derramen lágrimas de cocodrilo por las víctimas de la brutalidad de Hamás. Pero las vidas y el bienestar de los judíos de hoy no les importan más que antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, cuando cerraron de golpe las fronteras de Estados Unidos a aquellos que los nazis buscaban aniquilar en la Solución Final de Hitler. Los gobernantes imperialistas estadounidenses no comparten la situación ineludible de los gobernantes capitalistas israelíes, y mucho menos las de los trabajadores israelíes, que deben aplastar a Hamás si su país va a seguir existiendo como refugio para los judíos.
Londres, París y otras potencias imperialistas democráticas también actúan en beneficio de los intereses de sus gobernantes capitalistas, al igual que Beijing y Moscú. Pero son mucho más débiles que Washington. En los ojos de estos depredadores, los pueblos de la región son moneda de cambio. Los trabajadores no pueden depender de estas potencias capitalistas para proteger a los judíos de los ataques de Teherán y Hamás, como tampoco para salvaguardar los intereses de la clase trabajadora.
Washington es parte de un coro cada vez mayor que presiona a Israel para que dé marcha atrás en sus esfuerzos por eliminar a Hamás como amenaza militar y terrorista al pueblo judío y acepte un alto el fuego, que seguramente será violado con nueva brutalidad. El 6 de octubre había un alto el fuego y muchas veces anteriormente, cada uno de ellos fue destrozado por nuevos y sangrientos ataques antijudíos. Y como los líderes de Hamás han proclamado con orgullo una y otra vez en las últimas semanas, cometerán nuevos 7 de octubres una y otra vez, hasta que maten o expulsen a todos los judíos.
Con mayor vigor, Washington está presionando para imponer una “solución de dos estados” a Israel. Pero no hay posibilidad de tal cosa. Hamás rechaza rotundamente cualquier “solución” que deje intactos a Israel y a los judíos. Y ningún otro liderazgo palestino les hace frente.
Diariamente hay un aluvión en los medios liberales sobre las condiciones deplorables en Gaza, sin ninguna explicación de que esto es exactamente lo que Hamás planeó y pretendió durante mucho tiempo al llevar a cabo el baño de sangre del 7 de octubre. Esta cobertura tiene como objetivo aumentar la presión sobre Israel para que ponga fin a sus esfuerzos por destruir a Hamás y ceda ante las Naciones Unidas dominadas por los imperialistas. Los organismos de la ONU se encuentran entre los más entusiastas promotores de Hamás.
La obediente prensa capitalista regurgita las cifras de víctimas publicadas por Hamás como si fueran imparciales y veraces. Repiten las mentiras de Hamás de que no oculta cohetes cerca de los hospitales, ni guarda armas, ni dirige centros de operaciones militares desde ellos. Encubren los horribles hechos cometidos por Hamás el 7 de octubre para complementar su andanada de propaganda.
Lo que necesitan los trabajadores de Israel y de la región de todas las nacionalidades y creencias es la verdad sobre lo que se ha desarrollado.
Solo la derrota de Hamás puede hacer retroceder la violencia de odio a los judíos y crear las condiciones para luchas comunes de todos los trabajadores contra las clases explotadoras y los regímenes que gobiernan sobre ellos. Esto puede abrir la puerta para construir una dirección, un partido revolucionario de la clase trabajadora, que pueda tomar el poder político y hacer una revolución socialista. Este es el camino para poner fin al odio a los judíos y a la opresión y explotación capitalistas.
Los trabajadores de todo el mundo tienen interés en que se sepa la verdad. Bajo la bandera de pedir la “paz”, los imperialistas estadounidenses avanzan en un camino que garantiza más guerras contra los judíos.
En la época imperialista, la cuestión judía es a la vez permanente y decisiva. A medida que la creciente crisis del capitalismo lleve a la ruina a grandes sectores de la clase media, muchos —incluidos muchos que se autodenominan socialistas— van a culpar a los judíos. Cuando la crisis y el nivel de la lucha de la clase trabajadora alcanzan el punto en que capas de los gobernantes temen perder el poder a manos de los trabajadores, sectores cada vez mayores de los capitalistas van a financiar y alentar a matones fascistas para que aplasten a los sindicatos, inauguren un nuevo Holocausto y abran la puerta a otra guerra mundial imperialista. Esto es precisamente lo que ocurrió en Alemania en los años 30.
Pero esta no es la época del fascismo. Lo que abrió la Revolución Rusa de octubre de 1917 bajo la dirección de V.I. Lenin, y luego la revolución socialista cubana en los años 60 bajo el liderazgo de Fidel Castro, es la era de la construcción de partidos comunistas con liderazgos obreros capaces de organizar a nuestra clase y a sus millones de aliados para derrotar a los gobernantes capitalistas y a los matones derechistas y tomar el poder del estado en nuestras propias manos.
La lucha contra el odio a los judíos tiene un peso especial en el esfuerzo para forjar un partido de este tipo. La derrota de Hamás y la defensa del derecho de Israel a existir redunda en interés de todos los trabajadores de todo el mundo.