Washington y otros gobiernos imperialistas democráticos están intensificando la presión sobre el gobierno israelí para que acepte un alto el fuego de largo plazo con Hamás en Gaza.
Eso significaría que Israel abandonara sus esfuerzos para destruir a Hamás, permitiendo que los terroristas se reagrupen y vuelvan a masacrar a judíos, ayudados por los gobernantes de Teherán y Hezbolá, sus aliados en Líbano.
Los escuadrones de la muerte de Hamás violaron y torturaron a mujeres, asesinaron a 1,200 personas e hirieron a más de 5,400 el 7 de octubre. La gran mayoría de las víctimas eran judíos, junto con varias decenas de trabajadores agrícolas inmigrantes y trabajadores árabes. Fue el mayor asesinato de judíos en un solo día desde el Holocausto.
Ghazi Hamad, miembro del buró político de Hamás, no dejó dudas sobre las intenciones del grupo cuando declaró en la televisión libanesa el 24 de octubre que “haremos esto una y otra vez”.
La toma de rehenes con amenazas de matarlos fue una parte fundamental de su pogromo. El portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, Avichy Adraee, acusó a Hamás de tratar a los niños y mujeres israelíes capturados “como botín de guerra… entregándolos a otros grupos terroristas en la Franja de Gaza”. Algunas familias han sido separadas, con niños mantenidos lejos de sus padres.
Israel acordó una tregua de cuatro días que comenzó el 24 de noviembre para facilitar la liberación de mujeres y niños, que constituyen más de un tercio de los 240 rehenes. Israel dijo que consideraría una pausa de hasta 10 días si Hamás sigue liberando rehenes.
Altos funcionarios estadounidenses dijeron a la prensa que habían advertido a Israel que evitara “nuevos desplazamientos significativos” de civiles en el sur de Gaza. Pero ahí es precisamente donde se esconde ahora gran parte del liderazgo de Hamás.
El ministro del gabinete israelí, Benny Gantz, dijo que “el fuego se reanudará” cuando termine la pausa. “No habrá lugar de refugio para los terroristas y los líderes de Hamás”. A pesar de sus afirmaciones de respaldar a Israel, a los gobernantes estadounidenses y otras potencias imperialistas no les importan las vidas de los judíos ni las de los palestinos. Quieren que la guerra actual termine para que no interrumpa el flujo de sus ganancias y puedan atender a sus intereses políticos estratégicos en la región sin interrupciones.
La columnista del Washington Post, Jennifer Rubin, elogió a Biden por su “enfoque de dos vías” que apoya públicamente los objetivos bélicos de Israel y al mismo tiempo presiona a los gobernantes israelíes para que detengan los combates.
Hasta el 28 de noviembre, Hamás había liberado a 81 rehenes y el gobierno israelí a 150 mujeres y adolescentes palestinos detenidos en prisiones israelíes. Hamás se niega a permitir que la Cruz Roja visite a los rehenes. Una rehén, Elma Avraham, de 84 años, fue privada de medicamentos vitales en las mazmorras de Hamás. Cuando la liberaron, tuvo que ser hospitalizada y conectada a un respirador artificial.
A diferencia de los rehenes en Gaza —secuestrados y maltratados en cautividad simplemente por ser judíos o trabajar con judíos— los palestinos liberados por Israel han sido declarados culpables o acusados de delitos como intento de asesinato, incendio provocado y posesión de armas de fuego o explosivos.
Los medios liberales afirman que la liberación de prisioneros de las cárceles israelíes fue popular entre los palestinos en la Ribera Occidental. Pero las personas que viven allí bajo la Autoridad Palestina —como aquellos en Gaza que han estado bajo la bota de la dictadura de Hamás desde 2006— no pueden expresar sus opiniones libremente.
Subrayando la barbarie de quienes afirman defender los intereses palestinos, dos palestinos acusados de “espiar” para Israel en la Ribera Occidental fueron ejecutados el 25 de noviembre por matones afiliados a Fatah. Sus cadáveres fueron arrastrados por las calles y mutilados, tal como lo hace Hamás con sus oponentes en Gaza.
El mensaje es claro: no condenes el pogromo ni desafíes a Teherán, Hamás y sus aliados.
Árabes israelíes denuncian a Hamás
El pogromo del 7 de octubre ha provocado una reacción contra Hamás entre los ciudadanos árabes de Israel, el 21% de la población. Casi todo el mundo ha visto los videos tomados por los asesinos de Hamás mientras brutalizaban a los árabes con los que se topaban el 7 de octubre, entre ellos conductores árabes de Jerusalén Este que estaban recogiendo a personas del festival Supernova y a beduinos que trabajaban en kibutzim.
Para Hamás, todo judío y cualquiera que sea amigo de los judíos es un enemigo.
“Hay disgusto y conmoción general entre los trabajadores árabes en Israel por lo que Hamás hizo el 7 de octubre”, dijo al Militante Yaniv Bar Ilan, portavoz de Koach LaOvdim (Poder para los Trabajadores), por teléfono el 24 de noviembre. Koach LaOvdim, la segunda federación sindical más grande de Israel, organiza a trabajadores judíos y árabes, incluyendo en guarderías, recintos escolares y empresas de autobuses.
“Esto es totalmente diferente a guerras pasadas con Hamás”, dijo. En 2021 hubo enfrentamientos entre algunos judíos y árabes después de que Hamás disparara cohetes contra Israel. “Esta vez una mayoría reconoce la importancia del enfoque militar de Israel hacia Gaza para evitar que esto vuelva a suceder”.
“Existe una solidaridad mutua entre los trabajadores”, señaló. “Estamos en negociaciones de un convenio colectivo en este momento en el transporte y la educación y los trabajadores árabes y judíos están trabajando bien juntos”.
Este cambio se refleja en el número de palestinos que condenan abiertamente a Hamás.
Lui Haj, un palestino que dirige una empresa de tecnología en Acre, escribió una columna en Haaretz el 26 de noviembre. Entre los que corean “Del río al mar, Palestina debe ser libre”, en las protestas se encuentran “estudiantes de las mejores universidades del mundo” notó.
“Tengo que preguntarme ¿cómo pueden sus almas, que se supone que son tan sensibles a las injusticias humanas, contemplar alegremente la limpieza étnica de los judíos de esta tierra?” escribió Haj.
Haj no descarta que la formación de Israel en 1948 trajo “como consecuencia matanzas y destrucción y la expulsión de mis familiares. Tampoco ignoro los pogromos y atrocidades que miembros de mi pueblo cometieron contra los judíos antes y después” de la fundación de Israel.
“No se puede corregir una gran injusticia con una injusticia de destrucción total”, afirmó. “Israel tiene un derecho inquebrantable a existir que no requiere su aprobación”.
“Para nosotros, los ciudadanos árabes israelíes, la vida es complicada y dura, pero sigue siendo incomparablemente preferible a la vida en cualquiera de los países vecinos”, dijo. “Si apareces aquí en tu campaña de liberación, me encontrarás del brazo de mis hermanos judíos, luchando contra ti y contra cualquiera que se atreva a amenazar la supervivencia del país”.