El pueblo ucraniano continua en su lucha inquebrantable y valerosa en defensa de su pueblo y de la independencia de su país contra el ataque genocida de las fuerzas invasoras rusas, las cuales han sufrido grandes pérdidas. En Rusia, a pesar de la brutal represión de Vladímir Putin la oposición popular a la matanza está creciendo entre los trabajadores.
Esta es la guerra más grande en Europa desde la segunda matanza imperialista mundial. En las últimas semanas, el ejército ruso ha sufrido enormes pérdidas en las “oleadas humanas” de reclutas enviadas por los altos mandos para cercar las defensas ucranianas en Avdiivka en la región de Donetsk.
Desde el 1 de septiembre, han habido más de 51 mil bajas entre los trabajadores rusos en uniforme, a quienes el presidente ruso Putin usa como carne de cañón. Durante este período, Moscú ha perdido unos 2,400 tanques y vehículos blindados. Las fuerzas ucranianas, superadas en número, se han mantenido firmes.
Por lo menos 17 mil soldados rusos han desertado en el lapso de la guerra. Muchos otros han sido ejecutados por negarse a participar en ataques frontales suicidas. La población carcelaria de Rusia se ha reducido a casi la mitad debido al “reclutamiento” de presos para la guerra bajo oferta de libertad para los que sobrevivan seis meses en el frente.
Hace varias semanas, las fuerzas ucranianas lograron cruzar el río Dniéper cerca de Jersón, para asegurar cabezas de playa en la rivera oriental bajo control ruso.
Si logran reforzar e impulsar estos logros podrían avanzar hacia la frontera con Crimea, e interrumpir las líneas de abastecimientos para las fuerzas de Moscú.
Una muestra del sentimiento en la clase trabajadora en Rusia, fue el llamado hecho por familiares de los reclutas a un día nacional de protesta el 19 de noviembre para exigir “Traigan a nuestros hombres a casa “.
Los firmantes de la declaración dicen que no buscan “desestabilizar la situación política”, pero están “decididos a lograr el regreso de nuestros hombres a cualquier precio”. Denuncia al ejército por tratar al “personal militar como material de consumo” en condiciones similares a la “esclavitud legalizada”.
La artista rusa Alexandra Skochilenko fue sentenciada el 16 de noviembre a siete años en una colonia penal por oponerse a la guerra de Putin. “A pesar de estar tras los barrotes, soy más libre que tú. Puedo hacer mis propias decisiones y decir lo que pienso”, dijo en la sala del tribunal en San Petersburgo. La artista y cantante de 33 años de edad ha estado detenida desde abril de 2022, acusada de difundir “noticias falsas” sobre las fuerzas armadas.
El Kremlin le impuso la dura sentencia para tratar de quebrantar a Skochilenko e intimidar a otros. Le están negando tratamiento médico para sus problemas autoinmunes y cardíacos y su salud se ha deteriorado.
Su “crimen” fue cubrir las etiquetas de precios de un supermercado de San Petersburgo con etiquetas que citan los costos humanos de la guerra de Moscú. Una de ellas resaltaba el número de civiles muertos en la asediada ciudad de Mariúpol.
La destacada pelea de Skochilenko ha obtenido el respaldo de figuras públicas en Rusia y en el mundo entero. El grupo activista y feminista Pussy Riot realizó una protesta para exigir su liberación. Más de 100 médicos rusos firmaron una carta abierta el 18 de noviembre pidiendo su excarcelación.
“Gracias a mi caso”, dijo ella, la información contra la guerra “ha llegado a miles de personas en Rusia y en el mundo entero”.