Hace 66 años, bajo el liderazgo de Fidel Castro, los trabajadores cubanos derrocaron la dictadura apoyada por Washington de Fulgencio Batista, tomaron el poder político y procedieron a erradicar la explotación capitalista. No hay un mejor ejemplo de lo que los trabajadores son capaces de lograr que la primera revolución socialista en las Américas.
Esa conquista el 1 de enero de 1959 transformó la vida, las condiciones y la conciencia política de los trabajadores y campesinos de Cuba. Y, al igual que la Revolución Bolchevique antes, la Revolución Cubana dio inicio a una renovación del liderazgo comunista en las Américas, Estados Unidos y más allá.
Bajo el gobierno de Batista, cientos de miles de personas estaban sin trabajo, la mitad de la población de la isla no tenía electricidad y más de la mitad vivía en bohíos, en barrios marginales, sin instalaciones sanitarias. El pueblo cubano se convenció de que el único camino a seguir era luchar.
Una de las primeras medidas del gobierno revolucionario fue reducir los alquileres en un 50%, y luego el precio de la electricidad y el servicio telefónico. Millones de personas se manifestaron en apoyo de la reforma agraria, que entregó la tierra a quienes la cultivaban, y de la nacionalización de la industria básica. Se construyeron escuelas y centros médicos. Se crearon organizaciones de masas, desde un nuevo ejército proletario hasta agrupaciones nacionales de mujeres, jóvenes y comités vecinales para profundizar la revolución.
Eso es lo que es posible hacer cuando los trabajadores, con el liderazgo que merecemos, logramos tomar el poder estatal en nuestras propias manos.
La Revolución Cubana ha demostrado que el internacionalismo es clave para defender la revolución. “Quien no esté dispuesto a luchar por la libertad de los demás, nunca podrá luchar por la suya”, dijo Fidel Castro en 1976, cuando cientos de miles de cubanos comenzaron a ofrecerse como voluntarios para sumarse a la lucha para repeler la invasión de Angola por el régimen de Sudáfrica y para ganar la independencia de Namibia, ayudando a allanar el camino para la derrota del propio régimen del apartheid.
El gobierno de Estados Unidos, bajo cada administración desde 1959, ha utilizado todos los medios posibles, incluido un brutal embargo, para sumir en hambre y miseria al pueblo cubano, y sobre todo para derrocar su revolución socialista.
Desde el principio, el Partido Socialista de los Trabajadores se ha sumado a la construcción de la oposición más amplia posible a la guerra económica de los gobernantes estadounidenses contra el pueblo cubano. Ha distribuido ampliamente los discursos de Castro y otros dirigentes revolucionarios. El PST busca construir un partido en Estados Unidos que lidere la lucha por el poder obrero aquí, extendiendo lo que fue logrado por los trabajadores cubanos.
El pueblo cubano continúa luchando contra la agresión de Washington. El 20 de diciembre, marchará por el Malecón de La Habana para demandar frente a la Embajada de Estados Unidos el fin de la hostilidad estadounidense.
“Marcharemos con la profunda convicción, inculcada por Fidel, de que no hay fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”, escribió el diario cubano Granma el 17 de diciembre.